22 de noviembre de 2008

Elogio del fracaso.


Ante la silbatina y el abucheo general, el equipo desciende al vestuario, mirando nada más que al suelo. Era la quinta derrota al hilo y ésta había calado hondo: 3 a 0 de local. Los jugadores no podían entenderlo. Habían dejado todo. De hecho casi no podían caminar del cansancio. El esfuerzo había sido arrollador, pero aquella tarde uno de los arcos estuvo cerrado (y no era precisamente el contrario).

"Me importa muchísimo ganar y para eso quiero que mis equipos jueguen bien, pero entiendo que se puede no ganar y que eso no necesariamente tiene que significar un fracaso. El fútbol no es una cuestión matemática."[1]

En los vestidores, reinaba la angustia y la desazón de caras largas. Todos se ducharon, sólo el ruido de las gotas al caer rompía el silencio, y se levantaba como vapor.

Después, la charla técnica de costumbre: "que estuvo bien, que ya van a salir las cosas, que hay que estar tranquilos, que tenemos que marcar un poco más, que no nos caigamos, que de ésta se sale trabajando..."

El capitán se levantó del banco, tomó su bolso y comenzó a caminar hacia su auto. Apenas se acercó al mismo, recomenzaron los chiflidos y los insultos. Más de cuarenta hinchas lo esperaban para gritarle atrocidades. Temió por algún piedrazo contra su coche, pero nada ocurrió. Eso lo tranquilizó un poco. Se puso a pensar.

"Y cuando perdés (...) hay una tendencia morbosa a desprestigiarte, a ofenderte, sólo porque perdiste"[2]

Reflexionó acerca del éxito: Había tenido tiempos mejores, donde la gente le sonreía en la calle y lo felicitaba porque el equipo era una orquesta. Él era el director, el que manejaba la batuta. Lejos estaban aquellos días de gloria. El peso de la edad es invencible y eso se sentía. Por unos segundos añoró mejores épocas y la nostalgia se hizo carne.

Por un momento se dio cuenta que todo hubiera cambiado en aquella jugada. Era una cuestión de dos centímetros. Si en vez de haber estrellado el remate en el poste, se hubiera colado hacia el fondo de la red, todo sería una historia distinta. En aquel momento, todavía iban cero a cero y al equipo se lo notaba con confianza. Se dio cuenta que el azar es quizás mayor de lo que parece.

"La virtud y la fortuna, entonces, trazan los márgenes entre los que discurre la política"[3]

Desgraciadamente la fortuna, es incontrolable, como un monstruo pequeño que puede ser dominado. Pero que un día, cuando uno menos lo espera, destruye su celda y vulnera todos nuestros esquemas. De poco vale estar preparados, nos ataca cuando dormimos y es sabido que no podemos dejar de dormir...

El capitán seguía cavilando. Se le ocurrió que todo esto quizás eran excusas autoindulgentes para evitar echarse culpas sobre lo que ocurría. Como si intentara no sentirse tan mal. Pero pensaba qué otra cosa podía llegar a hacer: Todas las mañanas se levantaba temprano para entrenar y no pocas eran las noches donde se quedaba hasta tarde mirando videos sobre que debía mejorar.

“Denle ese mensaje a la gente, a los ignorantes díganle: el que pierde es un inútil, porque así está planteado.”[4]

Le dolía, pero esa no era la manera de terminar. Llegando al ocaso de su carrera, no esperaba un campeonato, pero tampoco esto. No estaba muy seguro de lo que pensaba hacer después, pero no quería retirarse así.

Se concientizó: "A partir de mañana voy a trabar con la cabeza". Poco le duró ese pensamiento eufórico. Recordó que eso mismo había dicho las últimas semanas, pero las cosas seguían saliendo igual.

¿Y qué ocurriría si nada se modificaba antes del fin del torneo? Faltaban siete fechas y al paso que iban, dejaría al equipo en zona de descenso directo. La gente lo recordaría por su falta de valentía, por irse cuando la cosa se pone difícil. Sabía que no era así, que él había prometido dejar el fútbol, que tenía que dedicarle tiempo a cosas más importantes y que no podía volver atrás. Pero igualmente le molestaría que la gente dijera todo eso.

Estacionó y bajó de su auto. El reflejo del sol en lo alto lo cegó por un segundo.


En lo alto. Quizás ahí estaba la respuesta:

"En cualquier tarea se puede ganar o perder, lo importante es la nobleza de los recursos utilizados, eso sí es lo importante; lo importante es el tránsito, la dignidad con que recorrí el camino en la búsqueda del objetivo. Lo otro es cuento para vendernos una realidad que no es tal."[5]
Antes de entrar, se acordó de una canción que muchas veces lo había marcado:

"...En las buenas y en las malas mucho más."

La paradoja había sido marcada.



________________________________________
[1] Bielsa, Marcelo; Frases Bielsistas; http://frasesbielsistas.blogspot.com/
[2] Bielsa, Marcelo; ob. cit.
[3] Maquiavelo, Nicolás; El Príncipe; ed. Longseller; 2005; pág 18; http://books.google.com.ar/books?id=mkNDNP8B9C4C&printsec=frontcover&dq=maquiavelo+el+pr%C3%ADncipe&ei=jSEoSanNMJCoMsqAtc0E&client=firefox-a#PPP1,M1
[4] Bielsa, Marcelo; ob. cit.
[5] Bielsa, Marcelo; ob. cit.

13 de octubre de 2008

Mecanismos lingüísticos encubridores y falsos dispensadores de responsabilidad, o "Las cosas como son"


"En su análisis del impersonal uno, Heidegger toma como base las formas lingüísticas que suprimen la definición precisa del “quién” y que remedan, de manera degradada, al sujeto trascendental kantiano, válido como instancia igualadora de todas las conciencias o identidad esencial de todos los humanos. Ese sujeto impersonal está representado por el uno y el se"[1] (impersonal).

Ahora en castellano: Heidegger es un filósofo alemán (para muchos uno de los más grande del siglo XX, junto a Sartre y otros). Su obra más famosa es "Ser y tiempo". Justamente se destaca en la ontología (el estudio del ser). Es considerado como el mayor exponente del existencialismo laico y su obra se enseña en todo el mundo.


Es cierto: Heidegger cuidaba su figura.

Hecha la presentación pertinente pasamos al mensaje: El autor intenta mostrar como ciertas frases usadas por el común de la gente legitiman a quien lo dice, precisamente porque engloban a todos. Para que quede más claro, veamos algunos ejemplos:

1a) A uno le suelen costar ciertas cosas.
2a) Uno se esfuerza y se esfuerza pero nunca lo logra.
3a) Se dice que las cosas se hacen de esta manera.
4a) Se juzga de forma totalmente irracional.

Veamos. En el primer ejemplo y lo mismo en el segundo: ¿No cambia mucho el sentido de la frase si en vez de "uno", ponemos un pronombre de primera persona singular?

1b) A MÍ me cuestan ciertas cosas.
2b) YO me esfuerzo y me esfuerzo pero nunca lo logro.

Lo mismo ocurre con los dos últimos ejemplos que podemos contextualizarlos de la siguiente manera:

- ¿Por qué tengo que hacer las cosas así?
(3a) - Se dice que las cosas se hacen de esta manera.

Distinto sería:

- ¿Por qué tengo que hacer las cosas así?
(3b) - Porque YO digo que las cosas se hacen de esta manera.

Notemos como la situación es prácticamente la misma. Sin embargo, al leer, casi de forma inocente, cambiamos la entonación en la segunda respuesta, diciéndola de forma mucho más brusca y cortante.

Y con el último ejemplo:

- Este tipo tiene que ir preso de por vida.
(4a)- Hay que ver, yo creo que a veces se juzga de forma totalmente irracional.

No es lo mismo que:

- Este tipo tiene que ir preso de por vida.
(4b)- Hay que ver, yo creo que a veces VOS juzgás de forma totalmente irracional.

Observamos como en el primer caso se da una respuesta negativa pero respetuosa ("polite" podríamos decir) y en el segundo prácticamente se descalifica al otro.

Ahora, volviendo al comienzo, nos preguntamos específicamente por qué cuando uno [2] usa estas palabras, el choque dialógico se nota mucho más. Es decir, por qué puede ser mucho más ofensivo o puede sentirse mucho más atacado el que escucha. O también por qué a veces suenan como mensajes autorizados, como dogmas (incapaces de ser refutados). Ya adelantamos algo: En el "uno", en el "se", entra la humanidad entera (el sujeto trascendental kantiano del que se habla en el primer párrafo). Es decir ya no soy yo al que le cuesta, ya no soy yo el que se esfuerza y no lo logra; sino que a todos les ocurre lo mismo; por lo tanto no es tan grave y es entendible que pase. Tampoco soy yo el que decide como se hacen las cosas, sino que es el común de la gente el que lo hace. En cuanto al cuarto ejemplo ya no sos vos el que juzga irracionalmente, sino que todo el mundo lo hace. Por lo tanto entiendo tu error y no te desapruebo por eso.

"¿A qué viene todo esto?" Se podrán preguntar ustedes. Es decir es un comentario interesante, pero parece más una pintoresca digresión que casi no hace al fondo de una cuestión. Da la impresión que esto sólo nos puede servir para mejorar nuestra oratoria, pero no nos hace reflexionar demasiado. Sin embargo creo que no es así. Y quisiera dar otro ejemplo para fundamentar mi negativa (que dicho sea de paso hace entender un poco más el título del comentario): Espero que todos recuerden a Juan Martín. Él era el nene que en la entrada anterior, comentábamos que jugaba con su autito y corría la pelota. En fin, supongamos que Juan Martín, aprovecha un día que no está la mamá, y empieza a jugar con los perfumes de ella. Comienza a armar un fuerte para sus soldaditos. Uno por uno los coloca y llega un momento en que como tiene que alcanzarlos en puntitas de pie (pues están encima de la mesa), se le resbala uno, se cae y se rompe. Juan Martín desesperado, intentará tapar todo lo que hizo pero no tendrá el resultado esperado, porque seguramente su madre se dará cuenta de todo lo que hizo y le preguntará:

- ¿¡Qué pasó con mi perfume!?
- Se cayó y se rompió.

Notemos que despersonalizado que queda y como cambiaría si el nene dijera: "Yo lo tiré y a mí se me rompió": Con esa confesión, lo ponemos, mínimo, con diez años de reclusión perpetua. Es claro que la culpa que se percibe es mucho mayor con la segunda respuesta que con la primera, a pesar de que el hecho sea el mismo. Sin embargo suena mucho más adulto y más serio en el segundo caso.

Ahora bien, este caso inventado, que hasta nos puede arrancar una sonrisa, rememorando tiempos pasados o por el solo hecho de la imaginación, tiene correlatos en las personas grandes. Y creo que mi caso no es la excepción.

Para terminar: Como hacen los abogados en los congresos, hacemos una propuesta de ley/declaración (de lege ferenda):

Art. 1: Reconocemos la importancia de la responsabilidad, en el sentido de responder por los propios actos. Consideramos que nos hace más libres y nos acerca más a Dios.

Art. 2: Se prohíbe el uso de mecanismos lingüísiticos encubridores y falsos dispensadores de responsabilidad, atentos a que no ayudan al hombre a lograr incrementar su dignidad como ser humano y sólo lo hacen esclavo de las mentiras que lo degradan.



[1]Zuleta, Estanislao; http://www.almargenonline.com/pdfs/23/Zuleta.pdf
[2]Se me escapó, sale casi sin quererlo, je.

27 de septiembre de 2008

En el largo plazo todos estaremos muertos... ¿Y qué?


Juan Martín juega con la tierra. Llena su autito de polvo, lo empuja, lo patea. No se hace problema porque su regazo esté todo sucio y por el tono de enojo de su mamá. Realmente no se da cuenta de como pasa el tiempo. Quizás podría quedarse en el parque jugando hasta caer dormido...

Está sumamente concentrado hasta que de la cancha de atrás aparece una pelota de fútbol. Se mueve tan despreocupada como él. Inmediatamente Juan Martín se levanta y empieza a enfilar hacia ella, corriendo grotescamente como cualquier nene. Ya no importa el autito. Es más, parece que nunca ha existido. Dos segundos más tarde el dueño de la pelota la busca y vuelve a la cancha. Juan Martín amaga a llorar, pero enseguida recuerda a su autito. Lo busca, no lo encuentra. Y ahora si llora, es que con tanta tierra se olvidó que el mismo lo había escondido. El lamento es ensordecedor, parece que el nene realmente no puede parar de sufrir, hasta que su mamá se apiada y exhuma el dichoso juguete y se lo alcanza. "Yo te lo doy pero dejá de ensuciarte". Poco caso hace Juan Martín quien comienza a volver a llenarlo de tierra exactamente como antes lo hacía.




Poco le alarma lo que va a venir. Podemos decir que casi no tiene conciencia de eso. Nada le inquieta, vive el momento como si fuera lo único. No hay forma de hacerle observar un antes y un después. Pero seguramente un día crecerá, y comenzará a ser una persona adulta a la cual no le interesarán los autitos y se preocupará por algo más que lo efímero del momento.

Ahora bien, creemos que es normal encontrar a muchos otros Juan Martín en plazas y parques, con sus mamás cansadas de tanto renegar, o quizás en el súper agarrando toda caja de cualquier góndola, tirándola con fuerza y sin escuchar nada de lo que le dicen, o levantando porquerías del suelo, llevándoselas a la boca como si fueran el manjar más exquisito sobre la Tierra.

Sin embargo, hemos observado que Juan Martín a veces está en otros lados, prácticamente es omnipresente: Lo vemos en colegios secundarios, universidades, oficinas, bares, boliches, etc. Vivimos rodeados y hasta quizás nosotros tenemos algo de él dentro nuestro.

Juan Martín es aquella persona que cada vez que elige, lo hace pensando en el ahora y no en el después. Se nos podrá decir que quien concibe su vida de esta manera, es una persona que realmente disfruta lo que hace, que no tiene preocupaciones, que no se complica y que no padece por males que son irresolubles. A esto respondemos que nada malo encontramos en el "Carpe diem", en el vivir feliz y disfrutar lo que se tiene. Entendemos que hay que conformarse con lo propio del día a día y disfrutarlo, ya que no es poca cosa. Como cualquiera, sabemos que no tiene sentido ser un loco ávido de más y más, ambicioso de todo, incapaz de llenarse con lo que se tiene, como cerdo de criadero. Nada mejor que disfrutar cada momento que Dios nos regala. Pero de esto a vivir irracionalmente, a sentir como animales, hay un largo trecho.

¿Hacia que apuntamos? ¿Qué nos molesta? Lo que Kierkegaard define como el hombre estético, el hombre mediocre de José Ingenieros. Gente que no puede ver más allá de lo que sus necesidades fisiológicas le imponen. Personas que no pueden emprender un largo viaje, porque saben que a los dos días estarían de vuelta por el esfuerzo que eso supondría. Gente que no puede mantener la mirada sin poder desconcentrarse porque cualquier cosa los hace fugarse. Personas descomprometidas con todo, inalcanzables, imposibles de agarrar. Como si fueran resbaladizas, es imposible tomarlas para dejarlas quietas para enfocarlas. Enseguida se escapan, como conejos. Gente que quizás posee las mejores intenciones del mundo, pero que a la hora de cobrar sus manos no están ajadas, ni curtidas.

Más concretamente, podemos pensar en aquellos para los cuales nada es imposible hasta que se topan con la primera complicación. Ahí creen que esto no es para ellos, que se equivocaron, que YA FUE. Este último enunciado debiera ser desterrado de la lengua. ¿Qué respuesta es esta? ¿Qué argumento posible encontramos? Nada, es igual a decir nada. Es como creer que las cosas se terminan por una cuestión de ganas. Esto nos reconduce a lo que escribimos más arriba. Si nuestros proyectos van y vienen según una cuestión de ganas y ante la primera complicación, abandonamos todo y hacemos como Juan Martín que buscamos lo próximo que brilla, olvidándonos de todo lo anterior, ¿No somos como nenes chiquitos? Lo que es peor: ¿Al haber crecido, no somos como animales?

Esto nos lleva a comenzar relaciones que no exceden lo estrictamente físico. A empezar deportes y carreras universitarias que abandonamos cuando leemos el primer texto o con la primera gota de transpiración. A considerar que más vale ser un profesional mediocre, que uno excelente, (total sólo con el título se puede vivir). A imaginar que siempre voy a ser igual y que nunca lo que tengo se va a ir. Siempre seré una persona con amigos, con gente que me pague para que pueda vivir, con mujeres u hombres que se sientan atraídos por mí.

Pero quizás un día, toda esta gente desaparezca y me quede solo, como el hijo pródigo. O quizás no, quizás siempre voy a tener la suerte de que todo lo que tengo, quede y nunca desaparezca. Pero aunque todo quede así, seguramente, aquella incertidumbre, o ausencia, aquel dolor de como que algo falta se haga absoluto, se transforme en todo, que ya no me deje y ahí me habré dado cuenta: El presente es inasible.

12 de septiembre de 2008

Boceto de manual de esbozo de intento de curso de filosofía


Creemos que muchas veces es difícil ubicar a una persona en la historia. Requiere años de lectura comprender un contexto espacial y temporal. Sin embargo siempre se necesita una idea mínima acerca de como se sentía la gente en una época, cómo pensaba y en base a qué se movía. Por eso, rememorando antiguas clases de filosofía[1]; dejamos unas líneas que recuerdan a todas esas coordenadas mínimas (que no alcanzan para gran cosa, pero no son nada despreciables) para poder comprender que es lo que rodea a aquello que leemos, estudiamos o miramos.

El vocablo que denomina a la ciencia de la cual hablaremos, es una fusión entre dos palabras de origen griego (philos: Amor y sophia: Sabiduría; es decir "amor por la sabiduría"). Surge como una respuesta posible al fundamento último de todas las cosas (el porqué). Más allá de ser el filosofar una dimensión humana, la filosofía tal como la conocemos ahora, surge el siglo VI a.C. en Grecia.

Tres han sido siempre los grandes temas de la filosofía: El mundo, el hombre y la divinidad. Estos tres tópicos han sido tratados de forma distinta y con una importancia diferente a lo largo de la historia, lo que ha generado una riqueza enorme de posturas divergentes.

En la edad antigua (3000 a.C. hasta 476 d.C.) se produce lo que se conoce como "el paso del mito al logos". Esta frase designa un cambio en la mentalidad de las personas. Se pasa de un conocimiento puramente mítico o fabuloso a uno que busca la argumentación y una explicación por la que todo ocurre. Tales de Mileto es el primer filósofo del que se tenga idea. Afirma que el principio de todas las cosas es el agua. Junto con otros (por ejemplo Heráclito y Parménides) son considerados los filósofos físicos, de la naturaleza. Porque sostienen que lo primero siempre proviene de allí y eso es lo más importante. Es por eso que en esta etapa lo principal es el cosmos, la naturaleza, el mundo. De hecho los hombres son seres finitos, los dioses tienen comienzo, pero sólo el mundo es infinito y eterno. Entre los más importantes filósofos encontramos a Sócrates, Platón y Aristóteles.


Hacia el siglo V d.C. se considera convencionalmente que comienza la edad media (llamada de modo despectivo, ya que no se la nombra con relación a sí misma, sino que se la denomina como etapa bisagra entre la antigüedad y el renacimiento). En esta época se produce un cambio en el pensar y se genera el teocentrismo (Dios como centro y fundamento de todo lo creado). El mundo deja de cobrar tanta importancia y se comienza a pensar a Dios como creador de todo lo visible e invisible. Esto se produce por la irrupción del cristianismo en el orbe y por el espíritu de misión que lo caracteriza. Los principales pensadores de este tiempo son Agustín de Hipona (que cristianiza el pensamiento neoplatónico) y Tomás de Aquino (que hace lo mismo con Aristóteles).

Continuando con este recorrido fugaz, llegamos a la edad moderna (desde 1453 hasta 1789). Aquí ya no prima Dios, sino que es el hombre en quien se pone el acento (antropocentrismo). Es bastante complejo explicar las causas de este cambio, por lo tanto sólo mencionaremos la punta del "iceberg": Se ocasiona la reforma protestante que transforma a la religión en una cuestión más subjetiva, que depende de cada uno. Copérnico descubre que el sistema solar gira alrededor del sol y no alrededor de la Tierra y se comienza a criticar al método escolástico de aprendizaje que en gran parte tenía su asidero en la autoridad bíblica. La noción de razón se vuelve todopoderosa, de hecho Descartes (conocido como el padre de la modernidad) es un racionalista. Se pretende conocer todo a través de la razón, todo se construye a partir de ahí. En este momento se origina el concepto actual de ciencia. Empieza a generarse el mito del progreso como la idea de que la humanidad iba derecho a mejorar todas sus condiciones de vida y a desarrollarse hasta alcanzar la perfección. Además de Descartes podemos citar a Kant y a Hegel como representantes de estos siglos.

Finalmente llegamos a la edad contemporánea (con el tiempo en que se vive; desde 1789 hasta la actualidad). Es conocida como la época del desencanto, de la duda y el relativismo. Aquí no prima ninguno de los tres temas principales, de hecho son todos desacreditados y discutidos. Ya no existen grandes filosofías sistemáticas. Encontramos filósofos críticos con la realidad en que viven (Marx, Kierkegaard, Nietzsche). La modificación del pensamiento se produce por distintas cuestiones: Principalmente la revolución francesa, el advenimiento de la democracia, la independencia de América, etc. Se pone en tela de juicio la idea del progreso indefinido, especialmente luego de las dos guerras mundiales: Con la bomba atómica se ve que no todo conocimiento científico implica mejoría en la vida humana. Se origina la pérdida de la religiosidad y de hecho se pierde la idea de la verdad única, irrefutable, a partir de la cual todo se construye para comenzar a aceptar un relativismo moral, intelectual, y espiritual.

Es difícil predecir hacia donde se encamina el género humano, pero es seguro que con una duda negativa que sólo genera relativismo y paralización, no vamos a llegar muy lejos...

Desandemos el camino recorrido y volvamos a la Verdad.


[1] Esta entrada se basa en una clase magistral del profesor Andrés Luetich. Para ver algo de él: "www.luventicus.org". Especialmente en la parte de universidad y filosofía.
[2] Hacer clic aquí para ver la descripción del cuadro "La escuela de Atenas". Cada persona representa un pensador de la antigüedad. Sin desperdicio.

5 de septiembre de 2008

Gente que no.


- Sí, sí. A las 9 puede ser.

- Pero mire que a más tardar a las 10:30 me tengo que ir…

- Sí, no hay problema a esa hora estaremos.

- Bien, hasta luego.

- Chau, hasta luego.

Al día siguiente…

- ¿Será posible que este tipo no haya aparecido? Siempre igual, se le ríen en la cara a uno.

¿Cuántas veces hemos tenido que soportar a gente así? Individuos impuntuales, poco comprometidos, que dicen que sí, que van a cumplir, que van a arreglar la cadena del baño, que mañana a primera hora, que sin falta… Y después si uno no quiere que el baño termine pareciendo el “Disney World” de bacterias, hongos y todas esas cositas viscosas que sin darse cuenta nos hacen un lindo quilombo adentro nuestro, uno tiene que andar con el balde del lavadero. Llenándolo de agua y vaciándolo en el inodoro.


Luego de realizar un extenso trabajo de campo, el “Center of superior studies for the knowledge of Massachusetts’ University”, junto con un par de tipos aburridos que no tenían en que gastar su tiempo, ha publicado sus conclusiones en el tema. Aparentemente, los resultados son impresionantes. Me he tomado el trabajo de leer el estudio de 243 páginas y he hecho un resumen minúsculo que paso a transcribir ahora[1]:


La impuntualidad en el género humano.

Dr. John G. Vienard.

Lic. Frank P. White.


Considerando las conductas humanas relevantes, nos encontramos con una que es totalmente molesta: La impuntualidad. Todos hemos sido agentes y pacientes de ella. Es decir, todos la hemos sufrido y nos hemos encargado de hacérsela sufrir a alguien. De hecho, es un tópico tan central que el derecho privado le ha dedicado un capítulo importante de su extensa biblioteca al tema (teoría de la mora).

Las personas reincidentes en este comportamiento son conocidas como gente informal. Son llamadas de esa manera debido a su poco apego a la forma. Conocedores de los resquicios y pormenores del tiempo, sólo piensan en lograr el retardo injustificado en el cumplimiento de las obligaciones y en lograr que las personas que los esperan practiquen el ocio filosófico (ya que otra cosa no les queda por hacer).

Luego de cotejos y comparaciones, hemos encontrado subtipos de esta gente y pasamos ahora al análisis:

El albañil/ pintor/ electricista/ gasista/ plomero/ cualquier tipo que se encarga de arreglar algo en la casa:

Es el caso de la persona que nos promete, y jura hasta por la vida de sus hijos que vendrá en horario, el día pactado. Nosotros le creemos fielmente la primera vez, pero no cumple. Llega tarde y no le decimos nada porque no le tenemos confianza. Pero la segunda vez es peor: Viene al día siguiente a las diez de la noche de un martes, cuando estamos en piyama en el medio de la cena. Después de un par de veces, el enojo con esta persona es fatal. Ya lo llamamos, prácticamente insultándolo, diciéndole que si no cumple lo vamos a excomulgar, o vamos a decir que es pariente de Moreno del INDEC y que lo van a escrachar noche y día. Sin embargo es peor que antes, se limita a sonreír y pone cara mezcla de perro mojado y de persona encerrada en la caverna de Platón que se escapa y ve la luz por primera vez a los 30 años.

Con el tiempo se pone peor. Ya no le importa nada y llega cuando quiere. Véase un testimonio fidedigno: “Listo, Señora, ya puede usar la estufa tranquila”; “Sí, gracias. Lástima que se demoró un mes en venir y ya estamos en primavera” (en este momento viene la cara que explicábamos antes).

El repartidor de encargos / expedicionista / comisionista / “delivery”:

Vil mentira que con tus garfios engañas a la inocente muchedumbre: “En media hora está el pedido”. Poca es tu vergüenza al afirmar sin enrojecerte ante el justo reclamo: “Mirá, yo llamé pidiendo una pizza, ya tendría que estar acá…”; “Sí, sí: salió hace un rato, ya estará llegando”. Luego de cortar: “Carlitos, reclaman el pedido”; “Esperá que está lindo el día, tomo media hora más de sol y lo llevo”; “Dale”. Poca es tu inquietud ante los peligros mundanos y terrestres: Ah, eso sí cuando van por la calle ahí no les importa nada, parece que vieron las Olimpíadas, se entusiasmaron con el BMX y escucharon que el motocross puede ser deporte olímpico. Nada los detiene hasta romper el récord de ver quien se abre la cabeza más rápido.

El estudiante universitario / joven vago / mantenido por sus padres / persona sin sentido de la responsabilidad:

Este personaje comienza su vida a las 7:30 AM, sabiendo que en 15 minutos puede: Hacer pis, lavarse la cara, vestirse, peinarse, buscar la carpeta y la birome, desayunar y cepillarse los dientes. En los 15 minutos restantes, frenéticamente sale casi corriendo hacia el lugar donde estudia, rogando que no se vaya el colectivo o que el profesor llegue tarde. Sin embargo como es una persona pensante, estudiosa y capaz de resolver problemas planteados, toma conciencia de su situación y un día pone el despertador 10 minutos antes para evitar el inconveniente. Sin embargo como es una persona vaga, perezosa y capaz de convertir las soluciones de los problemas en nuevos conflictos, piensa: “Duermo 10 minutos más, total es temprano todavía”.

Finalmente hemos encontrado algún caso aislado que resulta inclasificable: El conejo estresado por sus problemas de tiempo:




[1] Si alguien desea la versión original, no dude en pedírmela.

23 de agosto de 2008

Supongamos.

Supongamos. Supongamos una persona. Alguien común, sin nada raro, de clase media. Vamos a caracterizarlo un poco para que sea más fácil de imaginar: Juan tiene unos 24 años. Encargado de una oficina, hace trabajo administrativo. Con lo que gana le alcanza para pagar el alquiler de su pequeño departamento y para poder vivir dignamente. Vive solo, pues un día se sintió cansado de su familia y pensó que lo mejor era irse y buscar su lugar en otra parte. Tiene un buen grupo de amigos, con los que se junta los fines de semana y a veces también después de salir del trabajo. También tiene una novia desde hace unos meses.

A primera vista, parece un chico normal. Con una buena vida, con aspiraciones de progresar. Con ganas de continuar en el trabajo, para en un futuro casarse, tener hijos y una existencia tranquila, como lo que desea la mayoría...

Sin embargo, sigamos imaginando. Supongamos que todos los domingos va a comer un asado a lo de sus padres, con los cuales mantiene un contacto cordial y cariñoso. Conjeturemos también, que se ven para otras cosas (lo que cualquiera hace con sus padres: aniversarios, fiestas, festejos en general). Pero imaginemos que Juan un día se empieza a cansar. Siente mucho sueño los domingos, por haber salido la noche anterior y comienza a dejar de ir a lo de sus papás de vez en cuando. Imaginemos que con el paso del tiempo deja de ir definitivamente… Seguramente sus padres se sentirán preocupados por la conducta de su hijo y lo llamarán. Lo más probable sea que el diga que está todo bien, que sólo tiene sueño. Esta escena se repetirá unas cuantas veces, hasta que al final, los progenitores se den por vencido y se acostumbren a comer solos. Ya sólo lo verán en ocasiones especiales. Y la figura de ellos se alejaría. Lo suficiente poco como para no decir “no me hablo con mis papás”; pero lo suficiente como para que sea una relación bastante común, de esas que son casi casuales, como obligatorias.

Volvemos hacia el primer párrafo. Dijimos que tenía una novia. Una chica buena y centrada, capaz e inteligente. Ahora, ¿Qué ocurriría si ellos se comenzaran a ver demasiado? Consideremos situaciones en donde Juan se quede con ella y no salga con sus amigos. Cosa totalmente normal y lógica. Pero pensemos que la línea que separa a los amigos de su novia comience a crecer y sea cada vez más amplia, hasta asfixiar a los amigos. De tal modo que prácticamente deje de verlos. Algo que ocurre bastante con mucha gente. ¿Qué pasaría si esta situación se prolongara en el tiempo? Seguramente los amigos lo llamarían para hacer algo; él se negaría; sus compañeros volverían a llamarlo otro día, conseguirían la misma respuesta y así hasta que un día ellos pensaran que no tenía mucho sentido invitarlo para que se niegue. De esa manera su relación se cortaría y perdería el vínculo fraterno que los unía. De hecho, ¿Quién no ha perdido algún amigo por falta de interés de alguna de las partes?

Continuemos. Supongamos que la situación del párrafo precedente se prolonga por unos dos o tres años. Y como las cosas de la vida son así, nuestro joven amigo termina con su novia. “Que no estoy seguro de querer seguir”, “que ya no es lo mismo”, “que estoy cansado”, “que ya no te quiero”, “que quiero estar solo”, etc. Lo que a ustedes les parezca.

Luego de todo esto, llegaría a su casa y se tiraría en la cama. Quizás los pensamientos en un principio serían algo confusos, pues eso pasa cuando las cosas cambian mucho de repente. Pero con el paso del tiempo todo decantaría y un análisis profundo habría que hacer de la situación.

Juan se encontraría solo. Absolutamente solo. Iría de su casa al trabajo y del trabajo a su casa. No tendría intentar revivir una amistad muerta hace tiempo. Además seguramente sus amigos no querrían eso. Quizás podría volver a comer a lo de sus padres, pero no sería lo mismo, seguramente ellos lo recibirían con los brazos abiertos, pero él seguiría estando solo.

Sería pura angustia. Se sentiría como aquel que cae por una colina enorme casi sin pendiente, tan despacio que no sentiría nada. Sólo al terminar y mirar hacia atrás se daría cuenta de lo alto que estaba, de lo lejos que está y de que es casi imposible volver a subir tanto.

¿Qué le quedaría? Nada.

¿Cómo lo superaría? ¿Quién sabe? Quizás con el tiempo sería difícil, pero lograría conseguir nuevos amigos, una nueva novia y de a poco volvería a sentir el gusto que se siente con sus padres. Quizás ahogaría sus penas con el trabajo, hasta convertirse en una de las personas más exitosas del mundo, pero se drogaría por el vacío profundo y tendríamos una película de Hollywood…

En fin, no nos interesa más la historia. No queremos conocer el fin porque nunca nos hubiera gustado el nudo, por lo menos no en nuestra vida.

Hasta acá quería llegar. Me pregunto qué tan lejos estamos de que nos esto ocurra. Más allá de que nuestra situación no sea la misma que la de este personaje, podría ser análoga. Quizás no nos damos cuenta que gracias a los gestos de un montón de personas que están a nuestro lado, tenemos la dicha de sentirnos acompañados. A lo mejor no somos consciente de que el vínculo que nos una a determinadas personas es frágil y es fácil romperlo, pero muy difícil recomponerlo. Tal vez no caemos en la cuenta que todo se nos podría venir abajo si no lo cuidamos…

Por eso recomiendo: Cuidar nuestras relaciones personales, recordar que la gente de al lado disfruta una sonrisa tanto como la disfrutamos nosotros, agradecer a Dios por todos aquellos que nos rodean e intentar mantener un sano equilibrio entre quienes merecen tiempo en nuestras vidas.



La Silla de Van Gogh.
Refleja su soledad.

15 de agosto de 2008

Ómnibus.


Cuentan los cronistas de aquella época, que aquellas travesías, eran complicadas y difíciles de soportar. Aparentemente eran simples: 200 “kilómeos” que eran el equivalente a 17,4 de nuestros prenderos. El trayecto se hacía en un medio de transporte arcaico, común para la época. Su nombre se ha perdido, pero parece ser que utilizaba un combustible fósil, con un motor de cuatro tiempos que a través de una serie de engranajes movía unas ruedas que sacudían a la máquina. Dentro de él las personas iban sentadas, en una cantidad de veinte o treinta. Adelante había un chofer que se encargaba de hacer las maniobras y llevar el objeto a buen puerto. Al parecer estos maquinistas eran pésimos en su trabajo, según observamos en los periódicos de la época: “Muerte en la ruta” (aparentemente, la ruta era la vía por la que circulaban estos bólidos); “Vuelco y desesperación” (se observa que los vehículos eran inestables y al darse vuelta podían terminar con la vida de los pasajeros) y “Accidente en la 23” (el número corresponde a la forma en que se distinguían las carreteras de aquella época).

A continuación mostramos una imagen de lo que las mejores reconstrucciones han llegado a hacer:


Cuesta creer que las personas de aquella época se subieran a ellos sabiendo la posibilidad que existía de acabar con su propia existencia en sólo un segundo. Las hipótesis de nuestros mejores antropólogos dicen que al ser una civilización bastante primitiva, no lograban pensar demasiado...

A continuación transcribimos una descripción que hemos encontrada en una antigua biblioteca:

Salimos esa noche, aproximadamente a las 7. Habíamos decidido ahorrar, yendo en el más barato. Creo que solamente evitamos pagar 10 pesos[1].

Nos subimos, y nos sentamos. En ese momento creí que no iba a ser un buen viaje: Mi asiento estaba trabado, no se podía inclinar hacia atrás. Era incluso peor: Tenía que reclinar mi cabeza hacia delante, porque la parte de arriba de la butaca no me permitía quedarme derecho. Sin embargo no terminaba ahí: Los asientos estaban preparados para gente más pequeña. Mi omóplato tenía que quedar afuera, al parecer mi espalda era demasiado ancha para el respaldar.

Busqué la complicidad de alguien a mi lado que sufriera lo mismo que yo. Por suerte la encontré. El pasillo estaba lleno de espaldas y brazos fuera de su lugar. Efectivamente, no la íbamos a pasar bien…

Creía que era imposible que empeorara, pero no era así: El único asiento trabado era el mío, ya que la persona de adelante se aprestó a dormir tranquila, estirándolo de manera tal que hasta podía ver los piojos en su cuero cabelludo. En vano le intenté decir que se corriera, que me era imposible mover las rodillas, que realmente estaba muy incómodo. De forma desvergonzada, se hacía la dormida.

“Bueno”, me dije, “serán menos de cuatro horas de viaje y quizás hasta paremos en algún momento a estirar las piernas. Además con el sueño que tengo será difícil no poder dormirme.”

Sin embargo fue imposible. Habían pasado dos horas y la cabeza empezó a darme vueltas, el mareo por la altura me destrozaba. Para peor, un olor nauseabundo inundaba el lugar. El dolor del cuello torcido empezaba a molestar. Las piernas exigían un poco de estiramiento por toda la caminata de aquel día y en vano intentaba hacerlo sin golpearme con el asiento de adelante. Pensé en pararme en el pasillo: Quizás comenzaría a sentirme un poco mejor. Duré poco: El conductor hizo una maniobra brusca y casi me caigo. La máquina se movía de un lugar a otro. Hacia delante no se veía nada: La continua subida no nos permitía observar la ruta. Sólo sentía como nos movíamos de forma pendular y brusca. Similar a uno de esos juegos de parques de diversiones.

Hacía más de tres horas que estábamos viajando. Creo que después de eso, la fiebre me quemaba la cara, sentía calor por fuera y frío por dentro. Busqué inútilmente una aspirina en mi bolso. Recordé que no tenía nada, la última la había gastado hacía unas horas por el dolor de cabeza. De poco había servido: Nada me había calmado y ahora la necesitaba más que nunca.

Despierto a mi acompañante y le pido una, me dice que tampoco tiene, que las dejó con el equipaje. Luego de decir esto, se escucha un ruido ensordecedor, como un golpe. El coche comienza a derrapar. El chofer pierde el control, la máquina comienza a ladearse. Me recuerdo que estamos subiendo por la montaña y que del otro lado sólo hay un precipicio enorme. Un frío de muerte me cala los huesos. Empiezo a sentir el corazón que golpea fuerte. Susurro una plegaria y todo se detiene. No puedo comprender que ocurre: Mis sentidos embotados no captan muy bien la realidad. Ya habían pasado más de cuatro horas desde que me había subido.

¡Dios! Cuando va a terminar.

“¡Abajo todos!” dice una voz. Dejo que salgan todos para recuperarme un poco y desciendo. Se había reventado una cubierta. Sólo algunos jirones quedaban de esa masa enorme de caucho. El piso era pura tierra bacheada. Un arroyo que corría por ahí había desnivelado el transporte y lo había hecho golpear fuerte. Esa era la causa de la pinchadura. Intenté buscarle el lado bueno: Podía despejarme un poco. El aire ahí era bastante fresco y pude caminar un poco.

Cerca de una hora tardaron en arreglar el desperfecto. Según me dijeron, no aparecían las herramientas para hacer el cambio y el conductor no era muy ducho en el tema.

Volvimos a subir. Casi me descompone el hedor horrible del lugar pero pensé que ya faltaría poco. Le pregunto al que marcaba los pasajes si ya estábamos llegando. Me mira con una sonrisa entre molesta y forzada y me dice que faltaba casi la mitad del trayecto. En ese momento, estaba seguro de que llegaría enfermo y con ganas de volver a casa.

Aunque mi cuerpo se sentía peor que un muñeco articulado luego de haber sufrido unas sesiones de vudú, me reconfortaba saber que pronto se acabaría el suplicio y podría descansar. Igualmente, ya no pasamos más sobresaltos en el resto del periplo.

Finalmente arribamos. Me siento casi eufórico. Busco mis bolsos y escucho: “¡Ahora a buscar un lugar donde dormir!”

La ciudad estaba desierta... Me dibujé una sonrisa en la cara y seguí como pude…



[1] Antigua moneda, en esa cantidad parece ser insignificante (más teniendo en cuenta la continua inflación de aquella época).

8 de agosto de 2008

Sobre palabras no hay nada escrito...


Desde hace tiempo que tengo la idea de subir una actualización y hoy me decido. Intentando dar una vuelta de tuerca, se me ocurrió que cuando no tuviera nada que escribir, iba a dejar hacerlo a los que me leen. En fin, se me ocurrió pedirles que escribieran simplemente aquellas palabras que más les gustan. No me refiero a lo que ellas evocan, o representan. Sino a su sonido, a la cadena de ruidos que producen las letras con las que la palabra se pronuncia. No importa el tipo de palabra, ni el idioma (aunque estaría bueno que pusieran como se pronuncia para los que no conocen ese idioma). Pueden escribir la cantidad de palabras que quieran y hasta pueden decir porque les gusta tanto; pero por favor, escriban algo. Ni siquiera hace falta que me pongan su nombre si les da vergüenza. Eso sí, no vale la palabra "amor", ni "mamá".
Si quieren, también pueden poner las que más odian...
Los dejo con algunas palabras que me encantan a mí:
Asterix: Simplemente es un tributo a todos los nombres galos que terminan en -ix.
Baudolino: Es el nombre de un libro de Umberto Eco.
Azahar: Es demasiado genial, casi tan buena como "almohada".
Dritto: Es el equivalente italiano a nuestro "derecho". Se pronuncia como suena, pero acentuando la pronunciación de la "t".
Chanson: Así se dice "canción" en francés. Se pronuncia algo así como "shansón".
En cuanto a las que detesto: No aguanto "masita", "remolacha", y "pibe".



Ma. Teresa
13 agosto 02:21 p.m.
(http://cid-6adaf391237510f7.spaces.live.com/)Hola Ferdi! bueno intenté hacer un repaso de las palabras que más me agradan y estas son algunas:
Me refrega ( tienen q ir juntas sino pierden sentido).
Otorrinolaringólogo ( nunca la utilizo pero cuando lo hago me siento bien)
Supercalifragilisticoexpialidoso ( es una palabra que nunca olvido y a la vez jamás me sale pronunciarla es un poco loco)
La verdad son las únicas palabras que merecen mi reconocimiento.
La otras que jamás utilizo y no me gustan como suena son:
Coger (suena vulgar, dicho en cualquier sentido).
Maricón, gay, sorete (todo depende del contexto en que son dichas).
Chupala (sabemos ya cuando suena muy mal esa palabra, es totalmente grosera).
Bueno nos vemos, espero haber contribuido en algo, besos.


Lucas
12 agosto 09:19 p.m.
(http://casasuburbana.spaces.live.com/)Ferdi. Hay un par de palabras que me caen simpáticas:

*SORETE

*ORTO

*FORRO

*PELOTUDO

Y hay una que me desagrada en particular:

*CULIADO. En especial en la fonética cordobesa. Que seria algo así como CULIAU.



La evocación de estas palabras es sólo por su sonido.




mariàno
11 agosto 09:10 p.m.
(http://elalucinantecafe.spaces.live.com/)Me quedé pensado en lo de "pibe" y se me ocurrieron 2 recursos:

- Obviamente una pronunciación griega ayudaría mucho: "Pibae".
- Cualquier palabra suena muchísimo mejor dicha por JJ... imaginátelo diciendo "pibe". Sería genial!





mariàno
11 agosto 08:57 p.m.
(http://elalucinantecafe.spaces.live.com/)La siguiente es una lista de palabras que no quiero volver a oir en ningún programa de television:
1- Sosten.
2- Deseoso.
3- Trastienda!

Me gustan mucho (me fascinan) las palabras:
1- Ciencia.
2- Política.
3- Oepan.


PD: Si una palabra no te gusta probá cambiarle la última vocal, algunas veces funciona y otras no. Por ejemplo: "masite" o "masito" mejoran muchísimo, pasa lo mismo con "remolache" o "remolacho". En el caso de "pibe" no se obtiene el mismo resultado.




matioso_:rp
11 agosto 05:05 p.m.
(http://cid-6424d4bb115391e2.spaces.live.com/)Hey Junior! Tengo algunas palabras en mente, pero eso de la pronunciación y
etimología te lo debo....
Qué no me cierran:
- marinero
- tributo
- derechos y humanos... juntas tienen gusto a izquierda viste
Qué están así como copadas:
- lisérgico
- pillow (almohada en inglés si no me equivoco, se pronuncia con U al final!)
- omóplato (porque me suena chistosa)
- butifarra y purretero (siempre pense que no se que son pero andan)
- bazofia (porque se escucha piola)
- tiranía despotismo caudillaje (que malas son!!!, pero suenan lindo)

Bueno no tengo más nada que se me ocurra por ahora!!!! Espero te sirva!!!!
Muy buena la idea, Junior.
Salu2 MatiOso




Elisa
09 agosto 07:54 p.m.
(http://cid-46d25c55bf374621.spaces.live.com/)hola!! voy agregar algunas palabras de mi gusto:
Piel
Pez
Otoño
Susidio
Son pocas , pero me encantan.. Saludos.
Eli...



Ignacio
09 agosto 12:46 a.m.
(http://cid-c16d3586145d78a5.spaces.live.com/)Bueno, antes que nada Fer, al fin un articulo corto pibe!!!
Las palabras:
Limbo.
Pauperrimo.
Estrambotico.
Gelsenkirchen (un estadio en el mundial de futbol 2006, Alemania)

Bueno, son las que se me ocurrieron ahora, no se si me gustan, pero son raras...
Nos vemos Fer.
Igna.

22 de julio de 2008

“God save Democracy! Why?” (¡Dios salve a Democracia! ¿Por?).


- Che, no sabés; tengo una amiga para presentarte.


- Ah, qué bueno. Yyyy, ¿Está buena?

- Sí, qué sé yo. Es simpática.


- ¿Cómo se llama?


- Democracia.


- Uh, con ese nombre debe ser un garrón.


- Na, te explico: Es que es una palabra del antiguo griego (δημοκρατία) y se compone de los vocablos ”δημος” (demos, que significa pueblo) y ”κρατω” (kratos que se podría traducir como gobierno).[0] Es que a los padres les gustaba eso de que la gente participara en la política.


- Ah, ¿Y qué onda con ella?


- Es del 508 a. C. Nació en Atenas. Su papá se llamaba Clístenes[0] (aunque algunos dudan que él fuera realmente).


- Pero es una vieja. Vos me querés matar.


- Na, ni ahí. ¿No sabés que todo el mundo la quiere? Desde Estados Unidos hasta Rusia y desde Islandia a la Argentina. Incluso en Irak la adoran. Es como una vedette, sólo le faltan las plumas.


- Está. Pero, ¿Por qué la quieren todos? Debe ser medio rápida.


- No, nada que ver. Para algunos estar con ella es un modo de vida o hasta una obligación moral.


- Mirá, a mí no me va eso de que una mina esté con varios flacos.


- Jaja, a mí tampoco. Pero no es así. En realidad son muchas mujeres distintas que se han dado cuenta de lo bueno que es ser como Democracia y ahora todas copian a la original.


- Ah, ¿Y qué tiene de bueno ser como ella?


- Que te deja participar en todas las decisiones que tenga que hacer. Ambos votan para resolver cuestiones que se le planteen.


- Ajá. ¿Y entonces?


- Y que todo lo que tengas que vivir va a ser porque vos quieras; porque vos vas a ser quien lo haya elegido. Pensá en que no le vas a tener que hacer más favores a nadie. Sólo vas a pasarla bien estando con ella.


- Sí, por ese lado está bueno. ¿Y qué pasa en caso de empate?


- No, ahí elige ella. Viste cómo son las mujeres: << -¿Me pongo el blanco o el negro?; –El blanco; -Pero yo quiero el negro; –Bueno, ponéte el negro. >>


- Ah, ya me está dejando de gustar. Además con el ejemplo que me diste me puse a pensar en otra cosa: ¿La voy a tener que acompañar cada vez que se quiera comprar ropa? Eso es bastante fiero…


- Y bue, es un pequeño sacrificio.


- No sé. Pero ahora que lo piense creo que la conozco: Platón hablaba de ella. Y dice que es la culpable de haber asesinado a su maestro Sócrates. Sería como una viuda negra.


- Sí, bueno, pero creo que ya aprendió; ya no pasan más estas cosas. Además ya te dije que ahora todos la quieren. Es lo más “in” que hay.


- Pará, también me acuerdo que fue la esposa de Roma. Pero Roma se hizo grande cuando la dejó por Imperia.


- Sí, seguro; pero eso ya pasó de moda.


- Ajá. Pero sigo pensando… No sé por qué pero ese nombre me hace acordar al “vino y al choripán” y al “fraude patriótico”[1].


- Sí, ya sé. Pero Democracia no es así. Son malas imitaciones de ella.


- Pero entonces me quedo con Monarquía.


- No, ni si te ocurra: Monarquía es dictatorial, no te va a dejar ni salir con tus amigos.


- Estás equivocado. Parafraseándote a vos "Monarquía no es así. Son malas imitaciones de ella". Es como Democracia pero sin tener que gastar tiempo en tomar decisiones, total alguien lo hace por vos y para vos, pensando en lo que más te conviene. Además fijáte, Educación se casó con la hermano gemelo de Monarquía y llevan juntos no sé cuántos años. Lo mismo en la familia. ¿Imagináte si los padres les preguntaran a los hijos de 3 y 5 años si lo mejor es arreglar la cocina o gastar $3.000 en golosinas? Creo que la votación estaría difícil. Y si tuvieran tres hijos sería peor todavía. Porque la mayoría decidiría comprar las golosinas y no habría argumento en contra que valiera.


- Pero vos ya sos grande. No tenés cinco años como para no saber que es lo mejor.


- No estoy muy de acuerdo. Si volvemos al ejemplo anterior, no es tan fácil decidir que ropa le queda mejor a ella cuando tengamos que comprarle…


- Bueno, llamála a ella.


- Na, no tengo ganas.


- Ah, pero vos sos un poco exquisito. ¿Y con quién te quedás entonces?


- Creo que me gusta República.


- Ah, pero es como Democracia con otro nombre. ¿Y por qué decís que ella es la mejor? - No digo que sea la mejor para todos. Simplemente lo es para mí. Puede ser buena o mala dependiendo de la otra persona y las circunstancias en que vive y se desarrolla. Y en cuanto a lo otro: No, a Democracia se la usa para justificar cualquier cosa de esta manera: “Ustedes son el pueblo y su soberanía consiste en tener elecciones cada cuatro o seis años. Y eso significa que nosotros, el gobierno, somos legítimos aún para lo que no nos votaron”[2] y por eso podemos hacer lo que queramos. En cambio “la república, verdaderamente llamada así, existe si todo el pueblo participa del poder supremo; pero de tal modo y tal templanza que los mayores honores, dignidades y magistraturas se encomienden a cada uno según su virtud, dignidad y mérito lo exijan. Más cuando los honores y cargos de un Estado se reparten a la casualidad, sin discernimiento ni elección, y entran todos, buenos y malos, a participar del poder, entonces se llama democracia. Pero no deja de ser una gran confusión y temeridad querer igualar a todos aquellos a quien la misma naturaleza o una virtud superior han hecho desiguales.”[3] De esta manera ya no me tengo que preocupar por la ropa de ella. Pero igualmente tengo que esforzarme día a día en mejorar nuestra relación para lograr el bien común y no sólo comprarle flores cada cuatro años.






[0] Etimologías de Chile; http://etimologias.dechile.net/?democracia
[1] De esta manera se llamaba al fraude perpetrado por el presidente Justo (1932-8). En el cual se mofaban del sistema político comprando votos en nombre de la democracia y de la patria. Porque el pueblo no sabía a que era lo mejor, por eso necesitaba esta “ayudita”.
[2] de Mariana, Juan; De Rege; libro I; capítulo V.
[3]
Hobsbawm, Eric; “La historia del siglo”: Entrevista para el suplemento de cultura "Revista Ñ" del diario Clarín; 9 de junio de 2007.

10 de julio de 2008

εὐφημισμός (Eufemismo).


Argentina es el país de los eufemismos. Como hacemos habitualmente, comenzaremos por decir que significa esta palabra. Proviene del griego “euphemismós”, y está compuesta “eu” (bien) y “phemo” (hablar, decir).[1] Y la Real Academia Española lo define como “manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante.”[2] Es decir que utilizamos este recurso en el habla cuando queremos decir una idea agresiva pero la disfrazamos con palabras que suenen menos ofensivas. El objetivo del mismo es decir cosas fuertes sin que choquen, sin generar molestias en la persona que las lee o escucha.


Retomando la primera frase del artículo, nos preguntamos: ¿Qué tiene de bueno o de malo que Argentina sea un país así? De más está repetir lo importante que nos parece la lengua como formadora de valores y como ayuda para conocer la verdad. Ahora bien, ¿Cuál es el peligro de los eufemismos? Su mayor riesgo estriba en hacernos creer una mentira, en hacernos pensar que el “disfraz”, aquellas palabras dulces y encantadoras son la realidad, y que lo que se esconde detrás de la máscara no tiene existencia. Esto nos llevaría a pensar que cosas terribles, no lo son.


Veamos ejemplos claros: En el día de ayer escuchábamos a una inspectora de escuelas públicas de Buenos Aires, hablar acerca de un chico que en forma de chiste le había prendido fuego el pelo a su profesora con un encendedor. Esta señora decía que no podíamos hablar de “culpables” en este caso sino de “responsables” y hacía un paralelismo con lo que ocurre todos los días en la sociedad.


Considerada esta situación, nosotros nos preguntamos: ¿Acaso quien hace un acto como éste no es “culpable”? ¿Un juez le diría a una persona que realiza un delito que no es culpable? ¿Y qué es eso de responsable? ¿No significa responder por los propios actos? ¿Y eso no presupone la idea de culpabilidad? Aquel que comete una falta responde por ella. Pero claro, no decimos que aquel que hace mal las cosas es “culpable”, porque le generaría un trauma. Y a estos chicos no le podemos hacer mal, porque hay que “contenerlos” (¿?). En realidad, no sabemos bien de que hay que contenerlos: ¿De qué se hagan pis encima?

Pasando a otro caso concreto encontramos a las personas humildes o en situación de riesgo, de indigencia o de calle. ¿A qué nos referimos con esto? A pobres. Lisa y llanamente a eso. Suena feo e incluso hasta duele, pero como nosotros somos personas bien educadas les llamamos de esa manera. Como si nombrarlas por un nombre menos fuerte, haría su existencia más fácil. Creo que si queremos evitarles las penurias de una vida tan terrible, lo mejor sería colaborar de alguna forma un poco más material y no tan formal.

¿Quién no ha oído hablar acerca de personas con capacidades especiales? Los medios de prensa suelen hablar de “no videntes”. Porque claro, ¿Cómo vamos a decir “discapacitados” o “ciegos”? Eso es no tener tacto. ¿Qué es eso del “tacto”? ¿Es otra capacidad especial? No sabíamos que había gente que no lo tenía. Bah, ahora que lo pensamos, recordamos un enemigo de James Bond, que le ocurre algo así: No tiene tacto.

En fin, hemos escuchado que a los ciegos, no les gusta que se los llame “no videntes”. Incluso afirman que a los mudos no se los llama “no hablantes” ni a los sordos “no escuchantes”.

Creemos que a todos se los debe tratar de forma respetuosa, por la inconmensurable dignidad que les da el hecho de ser personas e hijos de Dios, pero por favor, comencemos a expresarnos con firmeza y sin dilación. Porque los eufemismos son somníferos y nos hacen ver la realidad como atontados, como si no necesitara cambio, ni modificación. No caigamos siempre en lo mismo.


Éste si que tiene capacidades especiales.

Observamos, también, que ahora nos encontramos con que no existen más prostitutas. Hoy se habla de meretrices o de trabajadoras sexuales. Se hacen llamar damas de compañía, o se escucha hablar de “agencias de escort profesionales”. Porque claro, ¿Cómo va a decir el señor que “se fue de putas” si es una persona respetable con trabajo de oficina y de saco y corbata?


Y ya para tratar al peor de los eufemismos, encontramos la “interrupción voluntaria del embarazo no deseado.” Pensemos la diferencia de lo que provoca esta expresión con la de “aborto”. En la primera parece algo casi necesario e imposible de negárselo a cualquiera, porque ¿Cómo una persona va a permitir dentro de su cuerpo algo que no quiere? Pero, cuando decimos “aborto” una sensación de escalofrío recorre toda nuestra columna vertebral y nadie desearía que a alguien conocido lo tildaran de “abortista”. En estos casos, más que nunca, se ve el poder de la palabra.


Lo mismo ocurre con la diferencia entre “feto” y “persona por nacer”. Lo primero parece una cuestión de médicos, como una especie de prueba científica que todavía es un monstruo. En cambio en lo segundo es innegable el valor que se le confiere a ese ser. Sin embargo, repetimos, sólo son dos formas de llamar a lo mismo. Nos damos cuenta como una misma realidad es tergiversada, maquillada y publicitada como si fuera algo progresista y antioscurantista, cuando en realidad sigue siendo un delito (art. 85 del Código penal de la Nación) y lo que es peor es que se está causando un asesinato[3]. El más cruel de todos, ya que se le niega a la persona el derecho a defenderse. Es lo que se denomina alevosía y que si la persona estuviera fuera del seno materno, sería penado con prisión perpetua.



[1] Elcastellano.org; http://www.elcastellano.org/palabra.php?q=eufemismo; 2007.
[2] Real Academia Española; Diccionario de la lengua española; Vigésima segunda edición; http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=eufemismo; 2008

[3] El art. 63 de nuestro Código civil, al igual que una reserva hecha en los tratados internacionales, que se encuentran en pie de igualdad con la Constitución nacional, afirman que la vida comienza con la concepción.




Pablo
14 agosto 03:51 p.m.

(http://labasofia.spaces.live.com/)Loco Marley se va al carajo!!!

30 de junio de 2008

20 de junio.


Así dicen los nenes:

Mi bandera es celeste y blanca.

Como las nubes y el cielo,

con un sol en el medio

de un día soleado.


A mí me encanta izar la bandera,

todas las mañanas en el colegio.

Por eso me pongo muy feliz,

cuando la seño me elige para hacerlo.


Me gusta verla a ella,

alta en el cielo

y ver como la mueve con el viento,

sin parar.


Pero no me gusta arriarla.

Porque es cuando acaba el día,

cuando el sol se esconde,

y el cielo se entristece.


***********


Así dicen los grandes:

Nuestra bandera.

Enarbolada por Belgrano,

una cálida mañana de febrero

en las barrancas del río Paraná


La reina del Plata,

orgullosa diosa del Olimpo,

se impone llena de coraje,

desafiando a todas las naciones.


Dichosos aquellos que izaron nuestra bandera.

Que lucharon en las guerras de la independencia,

que regaron con sangre, sudor y lágrima esta tierra.

Que sufrieron a cambio de lo mejor que se le puede dar a alguien:

La satisfacción por el anhelo cumplido.


Dichosos aquellos que izaron nuestra bandera.

Que trabajaron de sol a sol

para conseguir una magra retribución.

Que con su esfuerzo forjaron la patria

y amaron los frutos de su suelo.


Dichosos aquellos que no se dejan caer

aunque caminen por la cuerda floja.

Pues saben que el esfuerzo bien lo vale,

y que nadie les quitará el aplomo.


Malditos quienes arrían nuestra enseña.

Porque fomentan desunión y

prefieren su provecho al de todos.

Porque levantan falsas banderas,

escondiendo intereses mezquinos.


Malditos quienes ensucian la pureza,

y esterilizan tierra fértil

con odios revanchistas

e inútiles gritos histéricos.


Malditos quienes tienen oídos sordos.

Ojos ciegos y manos insensibles

son sus características.

Muecas grotescas son sus sonrisas...

¿Y tú, querido lector?

¿Caminas acompañado de la dicha?

¿O la desgracia siempre te acecha?