28 de abril de 2008

Batman vs. La edad media.


"Hubo un tiempo en que los días eran grises y la gente vivía aterrada porque no podía decir lo que pensaba. Las personas eran feas y deformes; encorvadas y con un grano espantoso en una nariz larga y ancha. Un grupo de hombres se encargaban de torturar y matar a todos los que no pensaban como ellos. Los libros “malos” eran quemados. Todo era desazón y tristeza. De vez en cuando aparecían vampiros y hombres lobo que se llevaban víctimas a su castillos tenebrosos ubicados en la cima de una colina; donde siempre era de noche y el clima era peor que en Londres."


Algo así recuerdo que empezaba uno de esos libros de la “Enciclopedia ilustrada Billiken” (más algunas ironías mías), que me acuerdo haber leído en la casa de un primo mío. Creo que si nos ponemos a pensar que es lo primero que se nos ocurre cuando nos dicen “edad media”, nos imaginamos algo parecido al párrafo anterior.


Un poco esa es la idea que nos queda de los manuales de la escuela y de haber visto “El nombre de la rosa” de Umberto Eco. Incluso ese pensamiento se traslada hasta cuestiones más modernas como son los dibujos animados. Por ejemplo Batman. Él se encarga de limpiar una metrópoli infestada de maldad. Todos sabemos que el Hombre murciélago vive en Ciudad Gótica (que es el nombre de uno de los artes característicos de la edad media), donde curiosamente siempre es de noche (de hecho los murciélagos sólo salen de noche y Batman no es la excepción). Además la ciudad está llena de edificios altísimos que son rematados en forma de flecha, apuntando al cielo (idea medieval que intentaba señalar lo importante –Dios-). Entonces, ¿Por qué la ciudad se llama gótica y no renacentista o romana o rococó? Porque la idea de lo gótico como lo oscuro y malvado es parte del imaginario social.



Estaría bueno que reviéramos e intentáramos pensar un poco que tan cierto puede ser esta idea, sin entrar en estudios históricos, ni complicados libros, ni en aburridos documentales. Intentaremos rever la imagen apelando a nada más que al sentido común y al bagaje de conocimientos que la mayoría tiene escondido en su cabecita.


En primer lugar: ¿Qué es la edad media y por qué se llama así? Es el período de tiempo que comprende desde la caída del Imperio romano de occidente -476- hasta la caída del Imperio romano de oriente -1453- (o el descubrimiento de América -1492-; dependiendo del historiador). Para ser más sencillos, diremos que va desde el siglo V hasta el XV.


El término de edad media, le es dado con posterioridad para marcar un tiempo entre el apogeo de la cultura greco-romana y el Renacimiento de la misma, con el Humanismo (primero en Italia y luego en el resto de Europa). Al referirse a esta época en relación a otras; se nota un claro matiz peyorativo en la misma.


Comienza la escena. Estamos en un juicio oral. Es un proceso penal, en el que acusan a nuestro cliente de ser más oscuro que el carbón y lo quieren sentenciar a la deshonra eterna. El fiscal del caso es el racionalismo moderno y la Ilustración. Llegamos a la etapa de los alegatos. De nuestra apasionada defensa depende la absolución del imputado o la condena al fango…


Se afirma que la edad media es una suspensión de la cultura. Un momento en el que el arte se dejó de cultivar y que recién volvió cuando ésta terminó. Ahora bien, si hablamos de renacimiento de la cultura greco-romana, ¿Cómo fue posible si no por los monjes que conservaron los escritos de un sinfín de pensadores y escritores? ¿A quién le debemos si no a los monasterios el hecho de que las invasiones bárbaras no hayan acabado con todo el legado de la cultura clásica? Es más: ¿Cómo vamos a afirmar eso, si los dos principales filósofos de la edad media (Agustín de Hipona y Tomás de Aquino), hicieron toda su obra, acudiendo en gran parte a Platón y a Aristóteles, respectivamente? Asimismo, toda Europa continental y América latina regulan las conductas intersubjetivas de sus sociedades con el derecho romano. El cual ha sido compilado en el Corpus Iuris Civilis por Justiniano, en el 565 (plena edad media) y ha sido enriquecido por los canonistas y glosadores medievales. Entonces, ¿De qué renacimiento estamos hablando? ¿No sería más bien una consolidación?


Cambiando de tema, ¿Quiénes sino los medievales crearon la universitas? Las universidades europeas de mayor prestigio en la actualidad: Salamanca (España), Bologna (Italia), la Sorbona (Paris), Oxford (Inglaterra), fueron todas creadas en la edad media. Casi un milenio de antigüedad tienen, y sin embargo están más vigentes que nunca. ¿Quién no se moriría por hacer un posgrado en cualquiera de ellas?


Ahora bien, ¿A cuántas personas en la actualidad les gusta hacer o interpretar música? Creo que muchísimas. Y la mayoría de ellas se dedica a tocar la guitarra. La guitarra tiene como su antecesor al laúd que es ese instrumento similar a la guitarra pero con la caja con forma de tortuga. En nuestra mente todos tenemos la imagen del trovador que cantaba sus canciones en la feria con el laúd. Creo que esta postal no es tan parecida a la que citábamos cuando empecé el artículo.


¿Cuántos de nosotros crecimos viendo películas como “La Cenicienta”, “Blancanieves”, “Hansel y Gretel”, “El Gato con botas”, “La Bella durmiente”? Todas estas historias se contaban en la edad media oralmente. Dragones, princesas, castillos, bravos corceles y mejores jinetes; todos tienen su anclaje cultural en esta época. Toda la literatura fantástica tiene como fuente primordial a la edad media. Entonces, algo que está tan de moda ¿puede haber surgido de la oscuridad y la ignorancia? O los oscuros e ignorantes somos nosotros o había luz y conocimiento en la edad media.


Ya más de grandes hemos leído o aunque sea hemos escuchado hablar acerca de “Los viajes Marco Polo”, “La Divina comedia” de Dante, “El Cantar del Mío Cid”. Incluso “Romeo y Julieta” de Shakespeare está inspirado en una historia del medioevo.


Es aquí donde se gestan las lenguas que nos son más propias; tanto las romances (español, italiano, francés, portugués) y las sajonas como el inglés y el alemán.


Finalmente, creo que sólo queda un único mito por derribar el cual es el de la Inquisición. Desgraciadamente, es un tema demasiado amplio como para tratar in extenso. Así que me limitaré a decir que “en 1235 (no mucho después de haber sido creada), el concilio regional de Narbona pide que la condenación sea decidida exclusivamente a la vista de pruebas irrefutables bajo el pensamiento que más vale soltar a un culpable que condenar a un inocente”.[1] Esta es una prueba de que no se intentaba condenar a todos a cualquier costo, torturándolo de la manera más cruel para sacarle una falsa confesión.


El interlocutor toma aire y termina su discurso. Se sienta y espera el veredicto del tribunal…



[1] Wikipedia; http://es.wikipedia.org/wiki/Inquisici%C3%B3n#Proceso_penal; 2008.





30 abril 09:20 p.m.
Sin duda que en la Edad Media hubo luz. Pero no me conforma la defensa de la Inquisición, me encantaría saber cuáles eran las mencionadas "pruebas irrefutables" .


19 de abril de 2008

Maldita televisión


Instrucciones para la primera parte del texto:


1. Léase en alta voz y pronúnciese con acento caribeño:


-Hola, estamos aquí para presentarles un fantástico invento. ¿Está cansado de pasar sus tardes aburrido, sin nada que hacer más que mirar el techo? ¿Se hartó de hablar con personas imaginarias? ¿No soporta hacer cosas productivas? ¿Quiere malgastar su tiempo y ni siquiera darse cuenta? Pues nosotros tenemos la solución: el magnífico “new TELEVISION pro”. Con nuestro increíble invento todos sus ratos libres serán totalmente desechados a la basura de forma automática e instantánea. Incluso podrá dejar de pensar y comenzar a actuar como zombi cada vez que alguien se dirija a usted, mientras mira la tele.


-¿Me estás diciendo que ya no voy a tener que pensar?


-Oh, sí. Se acabaron los momentos de cansancio mental. Dígales “hola” a los instantes en los que las neuronas no tendrán que ejercitarse y salude a los días en que un ligero dolor de cabeza será su mejor amigo. Bienvenido al mañana; bienvenido a la estupidez.


-Tenemos los mejores precios: Nos basta con la inteligencia de su cerebro que se va desperdiciando, mientras su vista enfoca la pantalla del televisor.


-Si llama dentro de dos horas le regalamos un control remoto con número de teléfono para que con el sólo llamado de su celular baste para encontrarlo y no tenga que salirse de su sillón para buscarlo cuando lo pierde. También le ofreceremos un juego de hisopos para limpiarse el cerebro de las telarañas por el no-uso y un manual de cómo comunicarse en español después de ver días de dibujitos japoneses o “sit-coms” americanas. Satisfacción garantizada o le devolvemos su cerebro.



Voy a intentar hacer un análisis para nada exhaustivo de la televisión, teniendo como punto de partida los párrafos anteriores.


¿Qué es lo que tiene el televisor que tanto nos gusta? Precisamente tiene eso: Logra divertirnos sin requerir de nuestra parte un esfuerzo. Las zonas del cerebro que se activan cuando miramos la pantalla, son mucho menores que las que trabajan cuando leemos o realizamos cálculos o pensamientos lógicos. De hecho si les digo que saquen la cuenta de cuánto tiempo pasa desde las 10:45 P.M. hasta las 3:20 A.M. seguramente les dará un poco de pereza buscar el resultado, por el trabajo mental que tienen que realizar.


Todos sabemos que no hay nada que nos cueste menos que mirar televisión. No hay mejor manera de relajarse, cuando uno vuelve cansado del trabajo o del estudio. El televisor es como el deseo cumplido de cuando éramos chiquitos y mirábamos los libros de grandes y decepcionados decíamos: <<¿No tiene dibujitos?>>


Creo que nuestro gran error es dedicarle demasiado tiempo a este aparato. De vez en cuando, cualquiera de nosotros ha encontrado cosas realmente interesantes y de lo más instructoras que nos han hecho aprender datos nuevos y que han fortalecido nuestro entusiasmo para seguir aprendiendo. Sin embargo, la mayoría de las veces no es esto lo que se busca. O más bien, no es lo que se encuentra (más de setenta canales y nada que merezca la pena. Típico ejemplo: Televisión de los sábados del mediodía).


Se genera el paradigma de la inutilidad: El “zapping”, que según Wikipedia es una palabra que proviene del verbo “to zap” que es una onomatopeya que surge por una súbita liberación de electricidad u otro tipo de energía. Significa usar un control remoto repetidamente para cambiar el canal del televisor[1] (verdad de perogrullo, es bastante obvia). ¿Qué es lo que hace tan terrible al “zapping”?


Creo que además de no permitir a los patrocinadores de los programas que veamos su publicidad; nos hace perder no sólo nuestra inteligencia, sino nuestra sensibilidad.


Pasamos del nene que necesita urgentemente un transplante de corazón y su mamá llorando de desesperación; al golazo del Chelsea que le hace ganar la “Premier League”, y terminamos por un documental de hipopótamos copulando. ¿Acaso tenemos el tiempo suficiente para reflexionar sobre todas estas cosas? ¿Le dedicamos a cada una el tiempo que merece, sabiendo establecer el orden de prioridades?


Más arriba hablamos de la alienación (salirse de sí mismo). Creo que las palabras de mi mamá, definen muy bien a ese sustantivo: <<¡Apagá esa cosa que te estupidiza!>>


¿Cuántas veces hemos creído que es más importante el televisor, que la persona que está al lado nuestro preguntándonos algo? Me refiero a la persona a la que le contestamos mal porque nos está impidiendo concentrarnos en el programa que estamos viendo. Ni siquiera creo que se pueda poner en tela de juicio que no tenemos porque responderle de mala manera al otro, sin ningún motivo válido.


¿Cuál es la peor de las alienaciones que provoca la televisión? La de mirar en la mesa, mientras se come. Pocos momentos existen, en donde la familia se sienta toda y está obligada a verse la cara y a hablar sobre lo que sea, pero a comunicarse en fin. Si miramos el aparato en este momento, ¿Qué nos muestra que somos una familia, más que el D.N.I.?


Si no sabemos lo que le pasa al que vive bajo el mismo techo, va a ser difícil que sepamos lo que le pasa a cualquier otro. Y lejos estamos de cualquier ideal cristiano. O más bien, lejos estamos de cualquier ideal que involucre al otro.


La contemporaneidad es un tiempo signado por el sufrimiento provocado por la soledad. Si queremos evitárnoslo, empecemos por apagar el televisor y recordarle al de al lado que estamos acá y que queremos saber acerca de él…



[1] “Wikipedia”; http://en.wiktionary.org/wiki/zap; 2007:

1. A sound made by a sudden release of electricity or some similar energy.

2. To use a remote control to repeatedly change channel on a television.

12 de abril de 2008

Templos modernos I: El gimnasio,


Hoy analizaremos a uno de los lugares de culto de la actualidad. ¿Quién no ha pisado, aunque sea una vez en la vida, un gimnasio? Confieso que la única vez que empecé, duré tres semanas y huí despavorido. Definitivamente, eso no era para mí.


No creo que sea supérfluo repetir que no deseo ofender a nadie con lo que digo, ni juzgar a cualquiera por lo que haga. Simplemente intento hacer reflexionar a la gente y lucho para que todos recordemos que nuestra cabeza la tenemos para algo más que para peinarnos…


Sería bueno para comenzar el artículo, acudir a algo de historia y etimología: La palabra gimnasio “deriva del griego común gymnos (γυμνός), que significa desnudez y también está relacionada con el verbo gymnazein, cuyo significado especial era "hacer ejercicio físico". Este verbo poseía ese significado debido a que el ejercicio se realizaba sin ropa. Históricamente el gimnasio era usado para el ejercicio, baño comunal, centro de estudios y punto de reunión para filósofos.”[1]


Me parece interesante resaltar la parte en itálicas para comparar lo que era el gimnasio de los griegos con el gimnasio contemporáneo. En la actualidad hemos separado, casi totalmente la educación física de la teórica. Prácticamente, las dos están divorciadas, ya que en los colegios se imparte una materia que precisamente tiene el nombre de educación física, donde raramente cumple con su objetivo y en donde sólo se juega a algún deporte que mantenga entretenidos a los chicos.


De más está decir, que en el gimnasio difícilmente haya alguna actividad distinta de la física. Solamente podemos ejercitar nuestras neuronas, acercando la vista al televisor. Es más, se suele recomendar acudir al gimnasio para evitar el cansancio y el estrés que provoca el esfuerzo psíquico.



Creo que vamos por mal camino si creemos que la formación integral de la persona en su niñez y adolescencia, se concreta con dos o tres horas de educación física obligatoria. Pero éste no es el asunto que nos convoca; no es el tema por el cual le puse el título a este artículo.


Tampoco creo que el gimnasio tenga que volver a lo que era en la Grecia clásica y dedicarnos a filosofar con el de al lado acerca de si las pesas tienen el mismo ser que los aparatos o si las personas que percibimos por los sentidos son realmente como son o son un engaño de los sentidos (o del pantalón).


En fin, intento abogar por un gimnasio que desarrolle el cuerpo humano, pero no que desarrolle tontos narcisistas pobres de espíritu. Y en virtud de eso doy mis propuestas:


1. Evitemos ir a correr a los gimnasios. Vayamos a los parques, que hay muchos en todos lados e intentemos percibir cosas distintas que el espejo que está enfrente, que el televisor en Cartoon Network, o en la novela brasileña. Sabemos que cualquier rutina se hace aburrida y genera la pérdida de interés de nuestra parte. Para evitar que esto pase, el salir a correr a otro lugar es una actividad perfecta. Intentemos observar cosas que no habíamos visto, separar sonidos que percibimos de forma conjunta, respirar un poco de aire que no esté tan viciado. Aunque sea hagámoslo antes de ir al gimnasio. Quizás el ejemplo sea un poco cruel: Pero la persona que corre en la cinta me hace acordar al roedor que lo hace con una rueda dentro de su pecera. Y así como nos parece un poco ridículo lo del roedor, consideramos de lo más normal lo que cualquiera hace en el gimnasio.


2. Intentemos lograr un desarrollo armonioso del cuerpo, evitando extremos y recordando que no hay nada más subjetivo e imparcial que el concepto que tenemos de nuestro cuerpo.


3. Recordemos que como hombres somos una unidad psicofísica espiritual y social. Por lo tanto no nos olvidemos que para desarrollarnos completamente, para formarnos; requerimos una instrucción en todas las dimensiones de la vida humana. No dejemos que una sola nos absorba y nos impida continuar con las otras.


Creo que en parte, todos estos problemas se pueden dar (me refiero a los que mis propuestas intentan evitar), por la carencia del ánimo lúdico que tiene el gimnasio. El gimnasio no es divertido. En cualquier deporte uno siente muchas veces la recreación de practicarlo. Porque suele haber un contrario, que nos impide el triunfo y ante el cual creamos distintas situaciones para que no logre su cometido. Justamente, hablamos de recreación, como un volver a crear y generar situaciones nuevas.


El gimnasio es un “juego de a uno”. Es decir, no requerimos del otro que es una medida para comprobar nuestros progresos. Acá no hay posibilidad de abrir la mente, ni de alteridad. Es simplemente uno contra la máquina y la única superación que se puede dar es levantar más peso, o hacer más repeticiones.



Termino con una idea fundamental, que propugnaba Descartes: Las cosas no son buenas ni malas, sino que lo que es bueno o malo es el uso que le dan los hombres. Por lo tanto, no demonicemos, ni santifiquemos al gimnasio. Pero cuidémonos de no equivocarnos con lo que hacemos…



[1] Wikipedia.

4 de abril de 2008

La importancia de lo que decimos.


Observando un poco a los otros, pero por sobre todo a nosotros mismos hemos llegado a una conclusión que nos genera un compromiso al que intentamos ser fiel, aunque ciertamente nos cuesta:

El poder de nuestras palabras.


Creemos fundamental la explicación de un concepto antes de arrancar el pequeño artículo. Vamos a hablar del lenguaje (entendido como la unión entre la lengua y el habla -Saussure-), pero nos circunscribiremos al lenguaje con el que nos comunicamos todos en la vida cotidiana. Para nuestro caso sería el español o castellano.


Es sabido que el lenguaje es el medio fundamental para comunicarnos y por lejos el más completo. Es tan fundamental para el hombre que cualquiera de nosotros lo maneja a los 2 años y que la ciencia de hoy en día duda acerca de si es posible pensar sin el lenguaje. Imaginemos un segundo que sería de nosotros si fuéramos ciegos y sordos; y no pudiéramos encontrar manera de saber lo que el otro piensa o siente. La soledad sería infinita y la tristeza inconmensurable…


Incluso vayamos un poquito más allá. ¿Cómo viviríamos si no pudiéramos reflexionar acerca de nuestros actos? El hombre es consciente de lo que hace, pero: ¿Cómo se enjuiciaría a sí mismo? ¿Cómo se pensaría si no tuviera las palabras para hacerlo? Careceríamos de una de las pocas cosas que nos diferencian de los animales: La inteligencia. Nuestra capacidad de razonar se haría pedazos y seríamos simples bestias dando tumbos en un desierto oscuro.


Imaginamos que alguien pensará que podemos comunicarnos de otras maneras sin utilizar palabras como son los lenguajes formales (por ejemplo: Una ecuación matemática). Creemos que nos equivocamos, ya que no podemos prescindir del lenguaje. Para aprender cualquier tesis matemática, todos nosotros hemos requerido una infinidad de palabras para entender sobre que nos están hablando. Además sería imposible suplantar la riqueza de matices que tiene nuestro idioma con números vacíos y letras griegas... Lo mismo cabe decir de otros sistemas como son las banderas de buques o de la heráldica (la ciencia que estudia los escudos de familia y sus significados).


Podemos pensar en otro tipo de comunicación como es el código de sordomudos. En este caso la gente que lo aprende, puede no haber escuchado una palabra en su vida. Sin embargo cada gesto significa una letra o una palabra. Por lo tanto seguimos en idéntica situación: Sin lenguaje no hay comunicación.


Encontramos una última posible crítica en el lenguaje gestual propio de cada persona; como por ejemplo un abrazo, una sonrisa, una mueca, etc. La situación no varía: Ningún gesto tiene la capacidad de representación que tiene el lenguaje y a todos nos ha pasado alguna vez que un gesto nuestro es mal entendido y tenemos que excusarnos con un montón de palabras para solucionar el error.



Ahora bien, entro en tema. Considero que es triste la forma que tenemos de dirigirnos entre nosotros, en el día a día: Insultos corrientes, epítetos lastimosos, terribles bravuconadas y millones de descalificaciones. No debería agradarnos llamar la atención de cualquier persona, con la cual tengamos algo de confianza con un "boludo".


Se supone que las personas que tenemos más cerca, son las que más queremos y precisamente esa palabra no indica nada bueno. Entonces, hay dos alternativas: O realmente no prestamos atención a la forma en que tratamos a los demás o los "boludos" somos nosotros por rodearnos de gente incapaz y tonta.


Creo que todos coincidirán que la alternativa correcta es la primera, pero podrán decirme que es algo nimio y sin importancia y que ni siquiera quieren decir lo que esa palabra significa. Ergo, ¿Por qué usamos una palabra que significa algo distinto a lo que queremos expresar? Cualquiera de nosotros sabe que para lograr un fin, necesitamos medios adecuados. Si los medios no son los mejores, la consecución del fin tampoco lo será...


Sin embargo son de mayor gravedad los enojos pasionarios que todos tenemos. En los cuales insultamos a la persona que tenemos enfrente como si nos hubiera hecho padecer todos los tormentos del infierno por toda la eternidad; cuando sólo cometieron una pequeña ofensa, o a veces ni eso. ¿Quién de nosotros no se siente mal cuando lo insultan, por más que sea sin razón, como en uno de estos casos? ¿Acaso no pensamos que estamos desperdiciando uno de los dones más grandes que nos dio Dios?


Incluso el insulto puede generar problemas prácticos y un poco más alejados de cuestiones filosóficas y reflexivas: Todos hemos vivido en el último mes la crisis y la pelea entre el gobierno y el campo. ¿No es obvio que cualquier descalificación de ambas partes entorpece el diálogo y el arribo a una solución que nos favorezca a todos? El orgullo de cualquier persona, se agranda y enceguece a la razón cuando es insultado…


Para ir concluyendo quisiéramos hacer notar que hay una palabra que ha sido desterrada de nuestro diccionario. Violada y mutilada hasta ser transformada en palabra tabú. Incluso se la ha silenciado ante sus gritos de espanto: La Vulgaridad. Ya casi nadie tiene conciencia de que hay cosas que son impropias de personas cultas o educadas (RAE) y con tal de provocar una carcajada se rebajan a decir cosas que en bocas de personas más adultas simplemente causarían asco por lo vulgar que son.


Sería bueno recordar que la gente nos conoce por lo que somos y que gran parte de lo que somos se ve en lo que decimos. Tomemos conciencia de las palabras que les dirigimos a otros. Pensemos lo que decimos y no digamos lo que pensamos.




09 abril 08:05 p.m.
Todo punto de vista es muy bueno para el crecimiento de una sociedad. Y lo importante es que por medio del discenso se llega al conscenso que forma grandes civilizaciones. La palabra, es una de las armas más poderosas con las que cuenta el hombre, y no es extraño entender que cuando se quiere imponer un modo de pensar, lo primero que hace el autoritarismo es restringir al pensamiento, al escrito, a la música, al periodismo. Porque todos tienen en común la palabra. Y es esta, quién llega la responsabilidad de expresar, de sentir, y de crear ideología. Ideología no en el sentido vulgar, sino más bien, como punto de aproximación a un estilo de vida.
Mis más sinceras felicitaciones, y ojalá que tengamos más artículos de esta calidad.



07 abril 02:22 p.m.
Hola, excelente planteo, interesante punto de vista... algo para ser pensado.
"Sin embargo" (esta va de regalo), critico solo una de las frases con las cuales no comparto: "Sería bueno recordar que la gente nos conoce por lo que somos y que gran parte de lo que somos se ve en lo que decimos".
No se si critico o cuestiono, pero la gente no nos conoce por lo que somos, porque lo que somos lo sabemos nosotros, a lo sumo aquellos que sean muy apegados, los demas conocen los que le damos a conocer, o como nos hacemos ver ante ellos, y ahi si, juega mucho lo que decimos, al igual que la forma. Igual es una humilde opinion de un "camionero"


05 abril 10:12 p.m.

Muy interesante el planteo de los pensamientos del ciego - sordo, me encantaría saber qué pasa por su cabeza.

No coincido con la afirmación: -No debería agradarnos llamar la atención de cualquier persona, con la cual tengamos algo de confianza con un "boludo". Creo que en esos casos el lenguaje va más allá del significado de las palabras.

Por otro lado creo que sí, los insultos son de gravedad. En mi opinión un insulto refleja los tormentos del que los emite, es un intento de desquitarse de ellos de una forma dañina, cruel, inmoral.