5 de septiembre de 2008

Gente que no.


- Sí, sí. A las 9 puede ser.

- Pero mire que a más tardar a las 10:30 me tengo que ir…

- Sí, no hay problema a esa hora estaremos.

- Bien, hasta luego.

- Chau, hasta luego.

Al día siguiente…

- ¿Será posible que este tipo no haya aparecido? Siempre igual, se le ríen en la cara a uno.

¿Cuántas veces hemos tenido que soportar a gente así? Individuos impuntuales, poco comprometidos, que dicen que sí, que van a cumplir, que van a arreglar la cadena del baño, que mañana a primera hora, que sin falta… Y después si uno no quiere que el baño termine pareciendo el “Disney World” de bacterias, hongos y todas esas cositas viscosas que sin darse cuenta nos hacen un lindo quilombo adentro nuestro, uno tiene que andar con el balde del lavadero. Llenándolo de agua y vaciándolo en el inodoro.


Luego de realizar un extenso trabajo de campo, el “Center of superior studies for the knowledge of Massachusetts’ University”, junto con un par de tipos aburridos que no tenían en que gastar su tiempo, ha publicado sus conclusiones en el tema. Aparentemente, los resultados son impresionantes. Me he tomado el trabajo de leer el estudio de 243 páginas y he hecho un resumen minúsculo que paso a transcribir ahora[1]:


La impuntualidad en el género humano.

Dr. John G. Vienard.

Lic. Frank P. White.


Considerando las conductas humanas relevantes, nos encontramos con una que es totalmente molesta: La impuntualidad. Todos hemos sido agentes y pacientes de ella. Es decir, todos la hemos sufrido y nos hemos encargado de hacérsela sufrir a alguien. De hecho, es un tópico tan central que el derecho privado le ha dedicado un capítulo importante de su extensa biblioteca al tema (teoría de la mora).

Las personas reincidentes en este comportamiento son conocidas como gente informal. Son llamadas de esa manera debido a su poco apego a la forma. Conocedores de los resquicios y pormenores del tiempo, sólo piensan en lograr el retardo injustificado en el cumplimiento de las obligaciones y en lograr que las personas que los esperan practiquen el ocio filosófico (ya que otra cosa no les queda por hacer).

Luego de cotejos y comparaciones, hemos encontrado subtipos de esta gente y pasamos ahora al análisis:

El albañil/ pintor/ electricista/ gasista/ plomero/ cualquier tipo que se encarga de arreglar algo en la casa:

Es el caso de la persona que nos promete, y jura hasta por la vida de sus hijos que vendrá en horario, el día pactado. Nosotros le creemos fielmente la primera vez, pero no cumple. Llega tarde y no le decimos nada porque no le tenemos confianza. Pero la segunda vez es peor: Viene al día siguiente a las diez de la noche de un martes, cuando estamos en piyama en el medio de la cena. Después de un par de veces, el enojo con esta persona es fatal. Ya lo llamamos, prácticamente insultándolo, diciéndole que si no cumple lo vamos a excomulgar, o vamos a decir que es pariente de Moreno del INDEC y que lo van a escrachar noche y día. Sin embargo es peor que antes, se limita a sonreír y pone cara mezcla de perro mojado y de persona encerrada en la caverna de Platón que se escapa y ve la luz por primera vez a los 30 años.

Con el tiempo se pone peor. Ya no le importa nada y llega cuando quiere. Véase un testimonio fidedigno: “Listo, Señora, ya puede usar la estufa tranquila”; “Sí, gracias. Lástima que se demoró un mes en venir y ya estamos en primavera” (en este momento viene la cara que explicábamos antes).

El repartidor de encargos / expedicionista / comisionista / “delivery”:

Vil mentira que con tus garfios engañas a la inocente muchedumbre: “En media hora está el pedido”. Poca es tu vergüenza al afirmar sin enrojecerte ante el justo reclamo: “Mirá, yo llamé pidiendo una pizza, ya tendría que estar acá…”; “Sí, sí: salió hace un rato, ya estará llegando”. Luego de cortar: “Carlitos, reclaman el pedido”; “Esperá que está lindo el día, tomo media hora más de sol y lo llevo”; “Dale”. Poca es tu inquietud ante los peligros mundanos y terrestres: Ah, eso sí cuando van por la calle ahí no les importa nada, parece que vieron las Olimpíadas, se entusiasmaron con el BMX y escucharon que el motocross puede ser deporte olímpico. Nada los detiene hasta romper el récord de ver quien se abre la cabeza más rápido.

El estudiante universitario / joven vago / mantenido por sus padres / persona sin sentido de la responsabilidad:

Este personaje comienza su vida a las 7:30 AM, sabiendo que en 15 minutos puede: Hacer pis, lavarse la cara, vestirse, peinarse, buscar la carpeta y la birome, desayunar y cepillarse los dientes. En los 15 minutos restantes, frenéticamente sale casi corriendo hacia el lugar donde estudia, rogando que no se vaya el colectivo o que el profesor llegue tarde. Sin embargo como es una persona pensante, estudiosa y capaz de resolver problemas planteados, toma conciencia de su situación y un día pone el despertador 10 minutos antes para evitar el inconveniente. Sin embargo como es una persona vaga, perezosa y capaz de convertir las soluciones de los problemas en nuevos conflictos, piensa: “Duermo 10 minutos más, total es temprano todavía”.

Finalmente hemos encontrado algún caso aislado que resulta inclasificable: El conejo estresado por sus problemas de tiempo:




[1] Si alguien desea la versión original, no dude en pedírmela.

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