19 de abril de 2009

Tiempo de Pentecostés II: Si a la Iglesia.


Queremos hablar de un tema que ya pasó en los medios, pero que decidímos madurar para poder hilvanar algunas ideas y escribir algo con respecto al tópico del "Papa y los preservativos" o como algunas fuentes de la prensa han descrito de forma poco imparcial, y con más nervio que inteligencia : "El Papa vs. los preservativos". Todo esto con relación a las palabras que ha dicho Benedicto en su último viaje a África.




Quizás podríamos empezar de forma un poco más genérica, recordando el excesivo afán de disputa que tienen ciertos diarios y periodistas hacia Ratzinger, de modo tal que cualquier cosa que diga es refutada, bastardeada, y negada (con la exigencia de una retractación pública), a tal punto que citamos un chiste simpático que circula por internet. El Papa dijo hace poco "<<¡Qué buen día!>> Ese comentario fue calificado de “irresponsable” por el portavoz del comisario para las ayudas humanitarias de la comisión europea, Louis Michel. Son palabras, dijo, que pueden provocar que se baje la guardia en la lucha contra el flagelo de la sequía”."[1]. Por su parte "...el portavoz de la Coordinadora Estatal de Gays y Lésbicas ha manifestado su repulsa ante “esta nueva muestra de actitud homofóbica de la Iglesia”, y denuncia “el uso sexista” que el Vaticano hace de los términos “día” y “jornada”."[2]

Creemos que estos párrafos citados, pintan bastante bien a un gran sector de la prensa y de la política actual, especialmente europea y americana, que parecen ser más el paisano Juan Contreras que el sabio Domingo Imparciale.

Ahora bien, acercándonos a la médula del problema. Entendemos que es útil recordar que la Iglesia no está en contra del preservativo en sí como pedazo de látex o de cualquier otro medio para evitar la concepción. Lo que la Iglesia quiere es resguardar las cuestiones atinentes a las relaciones sexuales (stricto sensu) dentro del ámbito del matrimonio y por sobre todo evitar cualquier caso de aborto, recordando lo triste que es negarle a una persona el derecho a vivir, sin ni siquiera ofrecerle una oportunidad de defenderse...

Entonces, ¿A qué viene todo esto si a mí no me importa lo que dice la Iglesia (como decíamos en el artículo anterior)? Viene a cuento de varias cosas, entre ellas a programas de reproducción sexual, al SIDA, a intereses creados (empresas trasnacionales), y a filosofía gramsciana (aunque de esto no nos vamos a ocupar porque no queremos ser demasiado pesados). Cosas que a todos nos interesan...

Programas de reproducción sexual: Con esto nos referimos a los líneamientos generales que establece la OMS (Organización mundial de la salud, dependiente de la ONU), dentro de los cuales se inscribe nuestra última ley 25.673 que hace obligatoria la materia de educación sexual en los colegios y que avanza por sobre la patria potestad (inconstitucional), para permitir que a menores se los pueda asesorar y entregar medios anticonceptivos independientemente de lo que opinen sus padres.

¿Cuál es la lógica de estos programas? Al inundar a la sociedad con preservativos y con información relativa a ellos, las personas van a cuidarse y de ese modo se disminuirá la tasa de embarazos no deseados y de abortos, amén de los casos de SIDA (punto sobre el que avanzaremos en dos párrafos).

Sin embargo la experiencia nos demuestra que no es así, antes bien, todo lo contrario. En España, Estados Unidos, Australia y otros lugares del mundo, se ha visto que estos programas tienden a generar aumentos de embarazos y de contagios de SIDA.[3] Además cualquiera de nosotros podría citar de memoria dos o tres casos de personas que tuvieron hijos siendo menores, que tenían muy en claro que los bebés no nacen de repollos, ni los traen las cigüeñas.


SIDA: Además de lo anterior queremos agregar algunos datos. El SIDA nunca se hubiera propagado si solamente existieran las relaciones sexuales dentro del matrimonio, como sostiene la Iglesia. A lo cual uno puede replicar que es aburrido, y no me interesa, pero no deja de ser cierto.

Cambiando de tema, entendemos que lo más importante relativo a esto, son las estadísticas que demuestran que de todos los recursos que se destinan a la lucha contra el SIDA en todo el mundo, la Iglesia católica aporta un 27%. Es decir uno de cada cuatro enfermos, es ayudado por la institución. Y si reunimos a todos los estados nacionales(aquellos que se encargan de vilipendiar las palabras del Papa y los que no también) llegamos a un 44%.[4] Razón por la cual queda más que claro que la Iglesia es la principal institución en la lucha contra el SIDA.[5]

Empresas trasnacionales: Pero, si realmente el preservativo no tiene eficacia a nivel social, ¿por qué se sigue insistiendo tanto con el tema? "...el Instituto Efrat inició hace ya tiempo una investigación sobre la industria del condón, tras la que concluyó que lo que se esconde tras la promoción del susodicho globito no es más que un gigantesco negocio, escudado tras la imposición de un dogma: El dogma del condón. ¿A quien beneficia este dogma? Entre los que más se están lucrando con el dogma del condón merece la pena destacar a..."[6] las empresas que se dedican a la fabricación de los profilácticos; quienes son las principales financistas de las campañas que bajo el manto del progresismo y de los derechos humanos, sólo se preocupan en facturar de forma voraz, sin importarles en nada las personas que ellos dicen "proteger".




[1] La Iglesia en la Prensa; http://www.laiglesiaenlaprensa.com/2009/03/la-frase-pronunciada-por-benedicto-xvi-durante-el-%C3%BAltimo-%C3%A1ngelus-en-la-plaza-de-san-pedro-contin%C3%BAa-suscitando-una-viva-pol.html#more
[2] Íbidem.
[3] La ley 25.673...; Altisen, Claudio José María; en revista Reportes; http://www.luventicus.org/articulos/03ALR005/index.html
[4] La Iglesia en la Prensa; http://www.laiglesiaenlaprensa.com/2009/04/el-parlamento-belga-y-el-sentido-del-rid%C3%ADculo.html
[5] Gaceta.es; http://www.gaceta.es/05-08-2008+iglesia_catolica_lidera_lucha_mundial_sida,noticia_1img,16,16,28422
[6] Catapulta; http://www.catapulta.com.ar/?p=572#more-572

18 de abril de 2009

Tiempo de Pentecostés I: No al moralismo.


Canon 1251. Todos los viernes, a no ser que coincidan con una solemnidad, debe guardarse la abstinencia de carne o de otro alimento que haya determinado la Conferencia Episcopal; ayuno y abstinencia se guardarán el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo (Código de derecho canónico).


Creo que durante largo tiempo, he tenido la duda acerca del porqué se guarda ayuno. Confieso que junto a muchos otros, me causaba cierta crispación que me obligaran a no comer algo. No entendía cuál era el bien que me hacía y de hecho consideraba que había otras cosas que podían ser mucho mejores para el caso en consideración.

"Así que decidí asar mis inquietudes
y quemarlas a fuego lento,
hasta encontrar entre las brasas
el calor de la verdad."

Intenté encontrar cuál era la razón de milenaria costumbre y cuál era su régimen. Según parece hay testimonios del Antiguo Testamento en los que ya se frecuentaba el ayuno como por ejemplo: "ayunareis (...) porque en ese día se hará expiación por vosotros para purificaros" (Levítico 16,29-30) o "volved a mí de todo corazón, con ayuno, con llanto, con lamentos" (Joel 2,12).

También hay citas que hablan de lo mismo en el Nuevo Testamento (recordar el ayuno de Cristo en el desierto). Dicho esto más el párrafo anterior, podemos decir que tenemos el fundamento histórico del ayuno. Ahora sólo nos falta el fundamento normativo y el axiológico (definitivamente el más importante).

A pan y agua.


La cuestión normativa la hemos planteado en el primer párrafo como disparador del artículo que está siendo tipeado en este instante (instante ya pasado al momento de la lectura). Pero igualmente vamos a aclarar que la Iglesia exige la abstinencia de carne todos los viernes de cuaresma y el ayuno y abstinencia el miércoles de ceniza y el viernes santo. Sin embargo, la Conferencia Episcopal Argentina tiene dicho que «A tenor del canon 1253, se retiene la práctica penitencial tradicional de los viernes del año consistente en la abstinencia de carnes; pero puede ser sustituida, según libre voluntad de los fieles por cualquiera de las siguientes prácticas: abstinencia de bebidas alcohólicas, o una obra de piedad, o una obra de misericordia.» Es decir que puede ser trocada por un acto de oración (de piedad), o un acto de caridad o bondad (de misericordia).

Entonces, podemos afirmar que dentro de nuestra circunscripción el ayuno no es obligatorio, pero igualmente algo hay que hacer si el mismo no es guardado. Ahora bien, ¿Por qué es de carne? Simplemente porque es una comida que en líneas generales, a todos nos gusta sobremanera. Otro cantar son los vegetarianos, pero hoy no vienen al caso.

Luego de toda la cuestión de derecho canónico nos sigue faltando lo esencial: ¿Cuál es el fundamento ontológico? ¿Por qué ayunar? La pregunta retoma mi antigua duda: ¿Para qué no comer algo si puedo ayudar a alguien que lo necesita? Ya vimos que puedo optar entre uno u otra cosa, pero si quiero optar por el ayuno ¿Qué me dan a cambio? Pareciera una mala inversión, hasta alguno podría calificarla de estafa, pero he aquí el quid de la cuestión...

Es propio de este mundo cosificador y ciego no encontrar la riqueza del ayuno. Es propio de este mundo no darse cuenta de como el ayuno nos permite el control de nosotros mismos y lograr evitar aquellos que queremos pero no debemos hacer. Como si fuera un entrenamiento, es simplemente un medio. Los frutos del mismo se ven en la vida.

También nos acerca a Dios, ya que con un pequeño sacrificio comprendemos la profundidad de la cruz y el dolor que causan nuestros pecados. En fin, el ayuno nos permite lograr lo mismo que aquel que camina siempre por las mismas calles con la mirada fija en lo que tiene adelante, pero que cuando mira hacia arriba y contempla de forma gozosa que las fachadas de las que sólo conocía la planta baja son mucho más elegantes y perfectas en sus pisos superiores.

Pero volviendo dos párrafos atrás y para explicar por qué traigo a colación este tema, cuando sé que a mucha gente no le importa lo que dice la Iglesia, quiero recalcar el valor de las cosas como éstas. para todos. Que son como una semilla, ya que tardan en dar fruto, pero una que vez que lo logran, sus hojas son muchos más firmes y bellas que cuando compramos la planta en un negocio. Es decir, es fundamental el valor que tiene el ayuno, junto a la oración o la meditación, ya que quizás no nos damos cuenta en el momento, pero ayudan a formar el alma y a hacernos más buenos.

Entonces, la idea del que escribe no es estimular o panfletear el ayuno, sino observar la riqueza que el mismo tiene. Defenestro y quiero pisar al moralismo como concepto que reduce la religión al cumplimiento de meras normas. Todo queda en un punto formal, no es más que un fariseísmo. Por eso el ayuno es importante, porque genera un clima de reflexión y de conversión: ”Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada." (1 Cor 13, 3). Porque esa es la cuestión, lo importante no es un cambio de conductas, sino un corazón que piensa y siente lo que hace y que sólo de ese modo, alcanza la felicidad.



Fueron importantes para poder hacer este artículo las siguientes páginas de internet:
http://www.almudi.org/tabid/36/ctl/Detail/mid/386/aid/754/paid/0//ayuno/cuaresmal/paulino/Default.aspx
http://www.autorescatolicos.org/alejofernandezperez28.htm
http://www.corazones.org/diccionario/ayuno.htm
http://aica.org/index.php?module=displaystory&story_id=7169&edition_id=446&format=html&fech=2008-02-21

2 de abril de 2009

No se puede vivir del amor... ¿Eh?

(A M.).


P. encendió la tele y escuchó uno de esos diálogos pseudo-filosóficos y cuasi-románticos:

- ¿Vos estás enamorado de mi?

- No.

- ¿¡Cómo que no!? ¿Por qué no me lo dijiste antes?

- No existe el amor.

- ¿Eh?

- No, sólo Dios puede amar.

- ¿Y qué es lo que yo siento por vos?

- No tengo idea. Si no sabés vos... Pero seguro que amor no es.

- Y vos, ¿Qué sentís por mí?

- No sé, qué sé yo. La paso bien con vos. Estoy cómodo, como que soy feliz al lado tuyo...

- Bueno, entonces me amás.

- No, te estoy diciendo que no se puede. El amor humano es interesado y yo estaría con vos porque consigo la calma y la felicidad.

- Pero a la vez te esforzás para hacerme feliz.

- No me esfuerzo, sale sin querer. Además es como un toma y daca, como un "do ut des": Te doy para que me des. Una figura perfectamente contractual. Si vos no fueras feliz, no estarías conmigo, si vos no estarías conmigo, yo no sería feliz. Por lo tanto, te hago feliz, para que estés conmigo y para de esa formar ser yo feliz. Un círculo perfecto...


P. apagó el televisor. "Qué estupidez", pensó.


Es lógico y muy cierto que el amor humano es como un átomo frente al de Dios que es más que toda la materia; como un párrafo frente a toda una biblioteca, como un paso frente a una maratón. Pero eso no quita que sea bueno e infinitamente noble. Tampoco "cabe hablar (...) de una perfección absoluta de la caridad acá en la tierra, ya que siempre puede crecer o desarrollarse más."[1]


Pero el amor humano puede ser desinteresado, enormemente desinteresado. Como era el de Don Quijote por Dulcinea: "¿no te he dicho mil veces que en todos los días de mi vida no he visto a las sin par Dulcinea, ni jamás atravesé los umbrales de su palacio, y que solo estoy enamorado de oídas y de la gran fama que tiene de hermosa y discreta?"[2]

Gran amor tenía el caballero de la Triste Figura, quien luchó hasta con molinos de viento, por un amor que poco sabía si era correspondido. Amó, amó hasta la locura, sin esperar nada a cambio. Amó en vano, en vano para los cuerdos. Porque los locos comprendieron que no era uno más, y que su legado perduraría, por lo menos por quinientos años.



Pero el amor humano puede ser desinteresado, eternamente desinteresado. Rodión Romanovitch Raskolnikov cometió un crimen voraz, mató.[3]

Sin embargo nunca nadie pudo probar el delito. Porque el azar así lo dispuso, nunca nadie pudo incriminarlo: Ninguna prueba estuvo cerca de generar sospecha sobre él. Incluso un inocente fue encontrado culpable, de modo tal que él podía seguir con su vida como si nunca hubiera ocurrido nada.

Pero algo lo llevó a confesar, algo que le hizo pasar ocho años de trabajo forzado en Siberia. Algo que lo aferró a la eternidad y que lo alejó de la muerte: El amor a la Verdad. Él no pagó sus culpas, las expió. No lo venció la culpa, sino que el venció el horror y se liberó de las ataduras.


Pero el amor humano puede ser desinteresado, increíblemente desinteresado. José fue maltratado y vendido por sus hermanos en Egipto. Todo por ser el hijo preferido de su padre. La envidia, los cegó e incluso los llevó a mentir a su padre porque querían su atención sólo para ellos.

Pero José creció y Dios estuvo con él. El tiempo lo encontró con el Faraón arrodillado: "Tú serás quien gobierne mi casa, y todo mi pueblo te obedecerá; sólo por el trono seré mayor que tú".[4]

Agobiados por el hambre, sus hermanos fueron a buscar comida a Egipto y se encontraron con José a quien no reconocieron, pero él si los reconoció. Fue grande su magnanimidad, porque los perdonó y se alegró de verlos y más que nada se alegró de que hubieran cambiado y que ya no desearan su propio bien antes que el de su padre. Nada obligaba a José, sólo el amor.


Pero el amor humano puede ser desinteresado, inefablemente desinteresado. Maximiliano Kolbe fue llevado a un campo de concentración.

Un día un preso escapó y la norma indicaba que ante un prófugo, diez prisioneros debían morir. Kolbe no fue elegido, pero si lo fue un polaco que llamó su atención por las lamentaciones que profería, porque perdería la posibilidad de volver a ver y cuidar de sus hijos y su esposa. El Padre Kolbe no dudó y dijo en voz alta: "Yo me ofrezco para sustituir a este hombre, soy sacerdote católico y polaco, y no soy casado."

Murió luego de una inyección de fenol. Había soportado más de tres semanas sin alimento ni bebida.

Kolbe no eligió el martirio para lograr la felicidad en el cielo, su felicidad es anterior, se encuentra en el mismo sacrificio. No hay amor más grande que dar la vida por el propio amigo"[5]




[1] Marín, Antonio; Teología moral para seglares; ed. BAC; 1979; p.265.
[2] Cervantes, Miguel; El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha; primera parte; cap IX.
[3] Dostoyevski, Fédor; Crimen y Castigo.
[4] Gn. 40, 41.
[5] Jn. 15, 13.