4 de abril de 2008

La importancia de lo que decimos.


Observando un poco a los otros, pero por sobre todo a nosotros mismos hemos llegado a una conclusión que nos genera un compromiso al que intentamos ser fiel, aunque ciertamente nos cuesta:

El poder de nuestras palabras.


Creemos fundamental la explicación de un concepto antes de arrancar el pequeño artículo. Vamos a hablar del lenguaje (entendido como la unión entre la lengua y el habla -Saussure-), pero nos circunscribiremos al lenguaje con el que nos comunicamos todos en la vida cotidiana. Para nuestro caso sería el español o castellano.


Es sabido que el lenguaje es el medio fundamental para comunicarnos y por lejos el más completo. Es tan fundamental para el hombre que cualquiera de nosotros lo maneja a los 2 años y que la ciencia de hoy en día duda acerca de si es posible pensar sin el lenguaje. Imaginemos un segundo que sería de nosotros si fuéramos ciegos y sordos; y no pudiéramos encontrar manera de saber lo que el otro piensa o siente. La soledad sería infinita y la tristeza inconmensurable…


Incluso vayamos un poquito más allá. ¿Cómo viviríamos si no pudiéramos reflexionar acerca de nuestros actos? El hombre es consciente de lo que hace, pero: ¿Cómo se enjuiciaría a sí mismo? ¿Cómo se pensaría si no tuviera las palabras para hacerlo? Careceríamos de una de las pocas cosas que nos diferencian de los animales: La inteligencia. Nuestra capacidad de razonar se haría pedazos y seríamos simples bestias dando tumbos en un desierto oscuro.


Imaginamos que alguien pensará que podemos comunicarnos de otras maneras sin utilizar palabras como son los lenguajes formales (por ejemplo: Una ecuación matemática). Creemos que nos equivocamos, ya que no podemos prescindir del lenguaje. Para aprender cualquier tesis matemática, todos nosotros hemos requerido una infinidad de palabras para entender sobre que nos están hablando. Además sería imposible suplantar la riqueza de matices que tiene nuestro idioma con números vacíos y letras griegas... Lo mismo cabe decir de otros sistemas como son las banderas de buques o de la heráldica (la ciencia que estudia los escudos de familia y sus significados).


Podemos pensar en otro tipo de comunicación como es el código de sordomudos. En este caso la gente que lo aprende, puede no haber escuchado una palabra en su vida. Sin embargo cada gesto significa una letra o una palabra. Por lo tanto seguimos en idéntica situación: Sin lenguaje no hay comunicación.


Encontramos una última posible crítica en el lenguaje gestual propio de cada persona; como por ejemplo un abrazo, una sonrisa, una mueca, etc. La situación no varía: Ningún gesto tiene la capacidad de representación que tiene el lenguaje y a todos nos ha pasado alguna vez que un gesto nuestro es mal entendido y tenemos que excusarnos con un montón de palabras para solucionar el error.



Ahora bien, entro en tema. Considero que es triste la forma que tenemos de dirigirnos entre nosotros, en el día a día: Insultos corrientes, epítetos lastimosos, terribles bravuconadas y millones de descalificaciones. No debería agradarnos llamar la atención de cualquier persona, con la cual tengamos algo de confianza con un "boludo".


Se supone que las personas que tenemos más cerca, son las que más queremos y precisamente esa palabra no indica nada bueno. Entonces, hay dos alternativas: O realmente no prestamos atención a la forma en que tratamos a los demás o los "boludos" somos nosotros por rodearnos de gente incapaz y tonta.


Creo que todos coincidirán que la alternativa correcta es la primera, pero podrán decirme que es algo nimio y sin importancia y que ni siquiera quieren decir lo que esa palabra significa. Ergo, ¿Por qué usamos una palabra que significa algo distinto a lo que queremos expresar? Cualquiera de nosotros sabe que para lograr un fin, necesitamos medios adecuados. Si los medios no son los mejores, la consecución del fin tampoco lo será...


Sin embargo son de mayor gravedad los enojos pasionarios que todos tenemos. En los cuales insultamos a la persona que tenemos enfrente como si nos hubiera hecho padecer todos los tormentos del infierno por toda la eternidad; cuando sólo cometieron una pequeña ofensa, o a veces ni eso. ¿Quién de nosotros no se siente mal cuando lo insultan, por más que sea sin razón, como en uno de estos casos? ¿Acaso no pensamos que estamos desperdiciando uno de los dones más grandes que nos dio Dios?


Incluso el insulto puede generar problemas prácticos y un poco más alejados de cuestiones filosóficas y reflexivas: Todos hemos vivido en el último mes la crisis y la pelea entre el gobierno y el campo. ¿No es obvio que cualquier descalificación de ambas partes entorpece el diálogo y el arribo a una solución que nos favorezca a todos? El orgullo de cualquier persona, se agranda y enceguece a la razón cuando es insultado…


Para ir concluyendo quisiéramos hacer notar que hay una palabra que ha sido desterrada de nuestro diccionario. Violada y mutilada hasta ser transformada en palabra tabú. Incluso se la ha silenciado ante sus gritos de espanto: La Vulgaridad. Ya casi nadie tiene conciencia de que hay cosas que son impropias de personas cultas o educadas (RAE) y con tal de provocar una carcajada se rebajan a decir cosas que en bocas de personas más adultas simplemente causarían asco por lo vulgar que son.


Sería bueno recordar que la gente nos conoce por lo que somos y que gran parte de lo que somos se ve en lo que decimos. Tomemos conciencia de las palabras que les dirigimos a otros. Pensemos lo que decimos y no digamos lo que pensamos.




09 abril 08:05 p.m.
Todo punto de vista es muy bueno para el crecimiento de una sociedad. Y lo importante es que por medio del discenso se llega al conscenso que forma grandes civilizaciones. La palabra, es una de las armas más poderosas con las que cuenta el hombre, y no es extraño entender que cuando se quiere imponer un modo de pensar, lo primero que hace el autoritarismo es restringir al pensamiento, al escrito, a la música, al periodismo. Porque todos tienen en común la palabra. Y es esta, quién llega la responsabilidad de expresar, de sentir, y de crear ideología. Ideología no en el sentido vulgar, sino más bien, como punto de aproximación a un estilo de vida.
Mis más sinceras felicitaciones, y ojalá que tengamos más artículos de esta calidad.



07 abril 02:22 p.m.
Hola, excelente planteo, interesante punto de vista... algo para ser pensado.
"Sin embargo" (esta va de regalo), critico solo una de las frases con las cuales no comparto: "Sería bueno recordar que la gente nos conoce por lo que somos y que gran parte de lo que somos se ve en lo que decimos".
No se si critico o cuestiono, pero la gente no nos conoce por lo que somos, porque lo que somos lo sabemos nosotros, a lo sumo aquellos que sean muy apegados, los demas conocen los que le damos a conocer, o como nos hacemos ver ante ellos, y ahi si, juega mucho lo que decimos, al igual que la forma. Igual es una humilde opinion de un "camionero"


05 abril 10:12 p.m.

Muy interesante el planteo de los pensamientos del ciego - sordo, me encantaría saber qué pasa por su cabeza.

No coincido con la afirmación: -No debería agradarnos llamar la atención de cualquier persona, con la cual tengamos algo de confianza con un "boludo". Creo que en esos casos el lenguaje va más allá del significado de las palabras.

Por otro lado creo que sí, los insultos son de gravedad. En mi opinión un insulto refleja los tormentos del que los emite, es un intento de desquitarse de ellos de una forma dañina, cruel, inmoral.


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