19 de abril de 2008

Maldita televisión


Instrucciones para la primera parte del texto:


1. Léase en alta voz y pronúnciese con acento caribeño:


-Hola, estamos aquí para presentarles un fantástico invento. ¿Está cansado de pasar sus tardes aburrido, sin nada que hacer más que mirar el techo? ¿Se hartó de hablar con personas imaginarias? ¿No soporta hacer cosas productivas? ¿Quiere malgastar su tiempo y ni siquiera darse cuenta? Pues nosotros tenemos la solución: el magnífico “new TELEVISION pro”. Con nuestro increíble invento todos sus ratos libres serán totalmente desechados a la basura de forma automática e instantánea. Incluso podrá dejar de pensar y comenzar a actuar como zombi cada vez que alguien se dirija a usted, mientras mira la tele.


-¿Me estás diciendo que ya no voy a tener que pensar?


-Oh, sí. Se acabaron los momentos de cansancio mental. Dígales “hola” a los instantes en los que las neuronas no tendrán que ejercitarse y salude a los días en que un ligero dolor de cabeza será su mejor amigo. Bienvenido al mañana; bienvenido a la estupidez.


-Tenemos los mejores precios: Nos basta con la inteligencia de su cerebro que se va desperdiciando, mientras su vista enfoca la pantalla del televisor.


-Si llama dentro de dos horas le regalamos un control remoto con número de teléfono para que con el sólo llamado de su celular baste para encontrarlo y no tenga que salirse de su sillón para buscarlo cuando lo pierde. También le ofreceremos un juego de hisopos para limpiarse el cerebro de las telarañas por el no-uso y un manual de cómo comunicarse en español después de ver días de dibujitos japoneses o “sit-coms” americanas. Satisfacción garantizada o le devolvemos su cerebro.



Voy a intentar hacer un análisis para nada exhaustivo de la televisión, teniendo como punto de partida los párrafos anteriores.


¿Qué es lo que tiene el televisor que tanto nos gusta? Precisamente tiene eso: Logra divertirnos sin requerir de nuestra parte un esfuerzo. Las zonas del cerebro que se activan cuando miramos la pantalla, son mucho menores que las que trabajan cuando leemos o realizamos cálculos o pensamientos lógicos. De hecho si les digo que saquen la cuenta de cuánto tiempo pasa desde las 10:45 P.M. hasta las 3:20 A.M. seguramente les dará un poco de pereza buscar el resultado, por el trabajo mental que tienen que realizar.


Todos sabemos que no hay nada que nos cueste menos que mirar televisión. No hay mejor manera de relajarse, cuando uno vuelve cansado del trabajo o del estudio. El televisor es como el deseo cumplido de cuando éramos chiquitos y mirábamos los libros de grandes y decepcionados decíamos: <<¿No tiene dibujitos?>>


Creo que nuestro gran error es dedicarle demasiado tiempo a este aparato. De vez en cuando, cualquiera de nosotros ha encontrado cosas realmente interesantes y de lo más instructoras que nos han hecho aprender datos nuevos y que han fortalecido nuestro entusiasmo para seguir aprendiendo. Sin embargo, la mayoría de las veces no es esto lo que se busca. O más bien, no es lo que se encuentra (más de setenta canales y nada que merezca la pena. Típico ejemplo: Televisión de los sábados del mediodía).


Se genera el paradigma de la inutilidad: El “zapping”, que según Wikipedia es una palabra que proviene del verbo “to zap” que es una onomatopeya que surge por una súbita liberación de electricidad u otro tipo de energía. Significa usar un control remoto repetidamente para cambiar el canal del televisor[1] (verdad de perogrullo, es bastante obvia). ¿Qué es lo que hace tan terrible al “zapping”?


Creo que además de no permitir a los patrocinadores de los programas que veamos su publicidad; nos hace perder no sólo nuestra inteligencia, sino nuestra sensibilidad.


Pasamos del nene que necesita urgentemente un transplante de corazón y su mamá llorando de desesperación; al golazo del Chelsea que le hace ganar la “Premier League”, y terminamos por un documental de hipopótamos copulando. ¿Acaso tenemos el tiempo suficiente para reflexionar sobre todas estas cosas? ¿Le dedicamos a cada una el tiempo que merece, sabiendo establecer el orden de prioridades?


Más arriba hablamos de la alienación (salirse de sí mismo). Creo que las palabras de mi mamá, definen muy bien a ese sustantivo: <<¡Apagá esa cosa que te estupidiza!>>


¿Cuántas veces hemos creído que es más importante el televisor, que la persona que está al lado nuestro preguntándonos algo? Me refiero a la persona a la que le contestamos mal porque nos está impidiendo concentrarnos en el programa que estamos viendo. Ni siquiera creo que se pueda poner en tela de juicio que no tenemos porque responderle de mala manera al otro, sin ningún motivo válido.


¿Cuál es la peor de las alienaciones que provoca la televisión? La de mirar en la mesa, mientras se come. Pocos momentos existen, en donde la familia se sienta toda y está obligada a verse la cara y a hablar sobre lo que sea, pero a comunicarse en fin. Si miramos el aparato en este momento, ¿Qué nos muestra que somos una familia, más que el D.N.I.?


Si no sabemos lo que le pasa al que vive bajo el mismo techo, va a ser difícil que sepamos lo que le pasa a cualquier otro. Y lejos estamos de cualquier ideal cristiano. O más bien, lejos estamos de cualquier ideal que involucre al otro.


La contemporaneidad es un tiempo signado por el sufrimiento provocado por la soledad. Si queremos evitárnoslo, empecemos por apagar el televisor y recordarle al de al lado que estamos acá y que queremos saber acerca de él…



[1] “Wikipedia”; http://en.wiktionary.org/wiki/zap; 2007:

1. A sound made by a sudden release of electricity or some similar energy.

2. To use a remote control to repeatedly change channel on a television.

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