18 de abril de 2009

Tiempo de Pentecostés I: No al moralismo.


Canon 1251. Todos los viernes, a no ser que coincidan con una solemnidad, debe guardarse la abstinencia de carne o de otro alimento que haya determinado la Conferencia Episcopal; ayuno y abstinencia se guardarán el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo (Código de derecho canónico).


Creo que durante largo tiempo, he tenido la duda acerca del porqué se guarda ayuno. Confieso que junto a muchos otros, me causaba cierta crispación que me obligaran a no comer algo. No entendía cuál era el bien que me hacía y de hecho consideraba que había otras cosas que podían ser mucho mejores para el caso en consideración.

"Así que decidí asar mis inquietudes
y quemarlas a fuego lento,
hasta encontrar entre las brasas
el calor de la verdad."

Intenté encontrar cuál era la razón de milenaria costumbre y cuál era su régimen. Según parece hay testimonios del Antiguo Testamento en los que ya se frecuentaba el ayuno como por ejemplo: "ayunareis (...) porque en ese día se hará expiación por vosotros para purificaros" (Levítico 16,29-30) o "volved a mí de todo corazón, con ayuno, con llanto, con lamentos" (Joel 2,12).

También hay citas que hablan de lo mismo en el Nuevo Testamento (recordar el ayuno de Cristo en el desierto). Dicho esto más el párrafo anterior, podemos decir que tenemos el fundamento histórico del ayuno. Ahora sólo nos falta el fundamento normativo y el axiológico (definitivamente el más importante).

A pan y agua.


La cuestión normativa la hemos planteado en el primer párrafo como disparador del artículo que está siendo tipeado en este instante (instante ya pasado al momento de la lectura). Pero igualmente vamos a aclarar que la Iglesia exige la abstinencia de carne todos los viernes de cuaresma y el ayuno y abstinencia el miércoles de ceniza y el viernes santo. Sin embargo, la Conferencia Episcopal Argentina tiene dicho que «A tenor del canon 1253, se retiene la práctica penitencial tradicional de los viernes del año consistente en la abstinencia de carnes; pero puede ser sustituida, según libre voluntad de los fieles por cualquiera de las siguientes prácticas: abstinencia de bebidas alcohólicas, o una obra de piedad, o una obra de misericordia.» Es decir que puede ser trocada por un acto de oración (de piedad), o un acto de caridad o bondad (de misericordia).

Entonces, podemos afirmar que dentro de nuestra circunscripción el ayuno no es obligatorio, pero igualmente algo hay que hacer si el mismo no es guardado. Ahora bien, ¿Por qué es de carne? Simplemente porque es una comida que en líneas generales, a todos nos gusta sobremanera. Otro cantar son los vegetarianos, pero hoy no vienen al caso.

Luego de toda la cuestión de derecho canónico nos sigue faltando lo esencial: ¿Cuál es el fundamento ontológico? ¿Por qué ayunar? La pregunta retoma mi antigua duda: ¿Para qué no comer algo si puedo ayudar a alguien que lo necesita? Ya vimos que puedo optar entre uno u otra cosa, pero si quiero optar por el ayuno ¿Qué me dan a cambio? Pareciera una mala inversión, hasta alguno podría calificarla de estafa, pero he aquí el quid de la cuestión...

Es propio de este mundo cosificador y ciego no encontrar la riqueza del ayuno. Es propio de este mundo no darse cuenta de como el ayuno nos permite el control de nosotros mismos y lograr evitar aquellos que queremos pero no debemos hacer. Como si fuera un entrenamiento, es simplemente un medio. Los frutos del mismo se ven en la vida.

También nos acerca a Dios, ya que con un pequeño sacrificio comprendemos la profundidad de la cruz y el dolor que causan nuestros pecados. En fin, el ayuno nos permite lograr lo mismo que aquel que camina siempre por las mismas calles con la mirada fija en lo que tiene adelante, pero que cuando mira hacia arriba y contempla de forma gozosa que las fachadas de las que sólo conocía la planta baja son mucho más elegantes y perfectas en sus pisos superiores.

Pero volviendo dos párrafos atrás y para explicar por qué traigo a colación este tema, cuando sé que a mucha gente no le importa lo que dice la Iglesia, quiero recalcar el valor de las cosas como éstas. para todos. Que son como una semilla, ya que tardan en dar fruto, pero una que vez que lo logran, sus hojas son muchos más firmes y bellas que cuando compramos la planta en un negocio. Es decir, es fundamental el valor que tiene el ayuno, junto a la oración o la meditación, ya que quizás no nos damos cuenta en el momento, pero ayudan a formar el alma y a hacernos más buenos.

Entonces, la idea del que escribe no es estimular o panfletear el ayuno, sino observar la riqueza que el mismo tiene. Defenestro y quiero pisar al moralismo como concepto que reduce la religión al cumplimiento de meras normas. Todo queda en un punto formal, no es más que un fariseísmo. Por eso el ayuno es importante, porque genera un clima de reflexión y de conversión: ”Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada." (1 Cor 13, 3). Porque esa es la cuestión, lo importante no es un cambio de conductas, sino un corazón que piensa y siente lo que hace y que sólo de ese modo, alcanza la felicidad.



Fueron importantes para poder hacer este artículo las siguientes páginas de internet:
http://www.almudi.org/tabid/36/ctl/Detail/mid/386/aid/754/paid/0//ayuno/cuaresmal/paulino/Default.aspx
http://www.autorescatolicos.org/alejofernandezperez28.htm
http://www.corazones.org/diccionario/ayuno.htm
http://aica.org/index.php?module=displaystory&story_id=7169&edition_id=446&format=html&fech=2008-02-21

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