19 de mayo de 2008

Tu verdad no; la verdad / y ven conmigo a buscarla. / La tuya, guárdatela. (Antonio Machado)

¿Qué es la verdad? Según Aristóteles es la adecuación de la mente a la cosa. Para simplificar el tema digamos que la verdad es ver las cosas como son. Entender que lo que es, es y lo que no es, no es. Parece complicado, pero si se lo piensa detenidamente es bastante simple, bien tautológico.[1]


¿Por qué el párrafo anterior? Porque nos gustaría exponer hoy una idea que pulula en nuestra contemporaneidad. Inasible, y casi imperceptible, pero terriblemente peligrosa: El relativismo intelectual. De esta manera llamamos a la ausencia de una realidad única; a la falta de un sentido objetivo y absoluto.[2] La desaparición de una referencia que guíe, algo con lo que la gente se agarre. Es decir, no está la verdad con mayúscula. O está, pero nadie la reconoce.


El paradigma del relativismo intelectual es el agnosticismo, esa creencia de que si hay algo no lo sé, pero tampoco me interesa saberlo, así que si a vos te parece que hay, bien por vos, y si te parece que no, también. En la actualidad me encuentro con mucha gente que parece creer que todo está bien, que cree que se puede conjugar al mismo tiempo el blanco y el negro. Es la filosofía del “live and let live” (“vive y deja vivir”), o del “hakuna matata”[3]. Como si el pensar fuera simplemente una cosa que molesta. El problema es que algún día esa gente se va a dar cuenta que no todas las cosas pueden ser al mismo tiempo. Y cuando ese momento llegué, va a ser difícil que sepan a cual le tocaría ese privilegio…



Recordemos el enunciado que decía: “Yo soy el camino, la verdad y la vida.”[4] Esa frase es la que marcó durante mucho tiempo la vida del mundo occidental. La que se afirmaba como realidad real (¿Acaso puede haber alguna otra?).


Pero un día llegó un tal Nietzsche con su “Dios ha muerto”: Quiso decir que a partir de ese momento ya no hay una verdad, hay verdades. Tímidas, chiquitas, que no golpean la mesa con fuerza. Que pueden ser bajas y altas, gordas y flacas, cortas y largas, todo al mismo tiempo. Hoy la gente tiene miedo de decir cómo son las cosas y termina admitiendo que pueden ser de muchas maneras, sin darse cuenta que es totalmente ilógico.


Navegando con la web, me topé con este párrafo que fue uno de los que inspiró estas líneas:


“Los herederos del Mayo del ’68, habían impuesto la idea de que todo valía, que ahora no había ninguna diferencia entre el bien y el mal, ninguna diferencia entre lo verdadero y lo falso, entre lo bello y lo grotesco. Ellos intentaron hacer creer que el alumno valía tanto como el profesor, que no había que poner notas para no traumatizar a los malos estudiantes. Que la víctima contaba menos que el delincuente…”[5]


Poco me importa hablar del mayo francés en este artículo. No me interesa tampoco si éstos eran los valores sostenidos en aquella época. Lo puse acá simplemente por la claridad de la idea y porque expresa perfectamente una realidad que cada día es más constante:


¿Cuántas veces hemos escuchado discursos que le quitan responsabilidad a delincuentes por motivos sociológicos: <>? ¿Cuántos programas de televisión tienden hacia lo burdo, lo escatológico, lo grosero? ¿Quién no escuchó alguna vez la historia de que alguien no aprueba una materia porque el profesor no lo aguanta, o es un resentido? ¿Alguien se acuerda que el año pasado se hizo pasar por decreto, a todos los alumnos de primer grado que tenían que repetir, para no generarles un trauma?


Daremos cuatro ejemplos más de estos males:


El multiculturalismo: Es considerar que todas las culturas son igual de válidas y que todas están en un mismo nivel. Que ninguna está por encima de la otra; y que decir lo contrario es ser nazi:


La cultura española del siglo XV no era la misma que la americana de la misma época. Los aborígenes de nuestro continente aborrecían el trabajo, vivían en los árboles y no podían estar en sociedad más que para lo mínimo e indispensable. Incluso hay historiadores que sostienen que los mayas se hubieran extinguido si los españoles no hubieran llegado a América.


En cambio los españoles, llegaban a su época dorada con Cervantes (Don Quijote) y Velásquez (Las Meninas). Poseían una gramática mientras que los americanos ni siquiera tenían una escritura (cosa que consiguen gracias a los jesuitas, más tarde).


Esto nos lleva a considerar que cualquier cosa es arte:


La pintura: Se termina alabando lo que sea, nada más que porque está dentro de un marco. Por ejemplo:


Este cuadro se vendió a U$S 140.000.000. Creo que mi hermanita puede dibujar mejor…


Recuerdo una anécdota de un periodista que contaba su visita el museo Reina Sofía (España). Veía tantas cosas abstractas que se quedó observando durante diez minutos un espiral, rematado en una punta dorada; dentro de una caja de vidrio con un marco colorado. Grande fue su sorpresa cuando se dio cuenta que estaba “apreciando” una manguera contra incendios…
No podemos considerar que el arte es subjetivo y que vale tanto un Velásquez como un par de mamarrachos.

La música: La semana pasada dijimos que le pasaría a Sarmiento si se levantaba de la tumba. Creo que si Mozart vuelve de la muerte y escucha “reggeatón”, desearía haber sido Beethoven (por la sordera). Es inaudito que haya gente que piense que el reggeatón es tan bueno como la música clásica.


El patriotismo: Es terrorífico como se considera patriótico a la selección de fútbol del país. Se canta el himno y todos se emocionan como si se demostrara que eso es la patria. ¿Acaso podemos comparar a un tipo que juega a la pelota con otro que dio la vida en Malvinas? Parece que para algunos sí: Alguien una vez me dijo que en el ’82, la gente estaba más pendiente del mundial que de Malvinas: Patético.

Hagamos una digresión: La palabra patria viene de “padres”. Se refiere a nuestra tradición, a lo que nos hace grandes, a las gestas que nos llevaron a enorgullecernos de los que nos precedieron; de sus espaldas reventadas por el trabajo y del pan ganado con el sudor de la frente. No de una pelota que gira…


Volvamos al tema original: Quizás alguno pueda pensar que las ideas vertidas acá son incompatibles con nuestro ensayo anterior, por el hecho de que nuestro artículo anterior podría ser considerado como un llamado a “relativizar la palabra del profesor porque él vale menos que el alumno”; pero no es así. Lo que nosotros decíamos la semana pasada era un llamado a no considerar como “palabra santa” todo lo que nos dice el educador.


Acá planteamos que no todos los discursos tienen el mismo valor y que su valor depende de cuan cerca o lejos están de ser ciertos. En el fondo la idea es la misma: Luchemos desesperadamente por la búsqueda de la verdad: “La verdad los hará libres”.[6]



[1] Repetición de un mismo pensamiento expresado de distintas maneras, (RAE).

[2] Luetich, Andrés; “Beata y Sofía”; p. 63 y 64; Rosario; 2002.
[3]
Es una expresión del idioma swahili que se traduce como "No te angusties”. Popularizada por Timón y Pumba en “El rey león”. (Wikipedia).

[4] Jn 14, 6.

[5] « Les héritiers de Mai 68 avaient imposé l’idée que tout se valait, qu’il n’y avait donc désormais aucune différence entre le bien et le mal, aucune différence entre le vrai et le faux, entre le beau et le laid. Ils avaient cherché à faire croire que l’élève valait le maître, qu’il ne fallait pas mettre de notes pour ne pas traumatiser les mauvais élèves, et que surtout il ne fallait pas de classement. Que la victime comptait moins que le délinquant …»

[6] Jn 8,32

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha encantado.

Anónimo dijo...

¿El arte no deberia ser subjetivo? Eso quiere decir que el resto de las cosas que percibimos y que desencadenan en nosotros una emosion tambien tiene que ser iguales para todo el mundo.

Si es asi a todos deben gustarnos los mismos colores, la misma comida, la misma forma de vestir, e incluso el mismo prototipo de mujer, despues de todo la belleza que se aprecia en un cuadro no debe ser distinta que aquella que se observa en una mujer.

Yo toco el piano y el violin. Vivo inmerso en la musica clasica y sin embargo hay compositores que me parecen mediocres, cantantes de opera agotadores y obras tan complejas que estresan mis oidos con tanto acorde.

Tambien pinto, bastante bien segun algunos, espectacularmente bien, segun otros y con un "no esta mal" por parte de unos pocos. ¿a quien debo darle la razon?

¿conoces el famoso cuadro del bombardeo de gernica? ¿de Pablo Picasso? no me gusta nada, como tampoco me gusta la mona Lisa, ni el Grito. ¿Soy incapaz de apreciar el arte? segun parece si.

Un saludo.